Trasversales
José Luis Redondo

Reflexiones para la salida del confinamiento

Revista Trasversales número 50 abril 2020 web

Textos del autor en Trasversales


Aunque la pandemia del coronavirus está siendo muy larga, su salida también lo va a ser. La sociedad con la que nos vamos a encontrar puede ser muy diferente, con tensiones entre el aislamiento y la necesidad de encontrarnos con los demás, así como con una economía paralizada y en parte destruida, con un aumento enorme del paro.

A corto plazo es probable que se intentará expandir y mejorar la sanidad pública y a sus trabajadores. Igualmente puede darse una mejora para las condiciones de los trabajadores que han permitido la vida de los demás durante el confinamiento, sectores entre los más desfavorecidos. Es también evidente que se va a impulsar la producción nacional y el almacenamiento de materiales sanitarios, como mascarillas, trajes EPI y respiradores, ampliándose a otros materiales sanitarios.

No cabe duda que va a aumentar el prestigio de lo público, frente al discurso neoliberal de predominio de lo privado y del mercado. El confinamiento ha motivado acciones solidarias, pero sin las instituciones difícilmente podría haberse abordado la pandemia. En este sentido tanto las Comunidades Autónomas como el gobierno del Estado se han revelado como fundamentales para abordar la crisis, tanto con sus errores como con sus aciertos.

Por ahora la UE está dando respuesta a la crisis tarde e insuficientemente, con dificultad para compartir soluciones entre el Norte y el Sur. Sus respuestas van hacía garantizar las deudas de países y empresas pero no a asumir deudas y acciones sanitarias. Sigue pendiente hasta cuando puede continuar la UE con este enfoque sin convertirse en un mero mercado común.

Es evidente que hasta ahora han funcionado los Estados nacionales y de nuevo los impulsos nacionalistas van a estar en tensión con la necesidad objetiva de apoyos más generales e instituciones mundiales que los regulen. Para abordar otras epidemias, que vendrán, se necesita una OMS mas fuerte y operativa, así como otras instituciones a escala global, sea la ONU u otras. La soledad de cada uno ha servido también para la conciencia de que los problemas son comunes a toda la humanidad, todos estamos en el mismo barco. Los aplausos de las 20 h. han subrayado que necesitamos y estamos con los otros por encima de su procedencia o condición social.

En la salida se van a ver dañados los trabajadores temporales, los nuevos parados y los autónomos, a los que hay que dar apoyo. Una renta básica debería de ser la mínima respuesta inicial.

Es importante saber que sin la ciencia no podremos abordar otros desastres, por encima de los Bolsonaros, pero también de que esta no tiene respuesta para todo, como muestra la ausencia de una vacuna para el coronavirus.

También van a salir valoradas, aunque tocadas, la cultura y la diversión, libros, películas, teatro, música y deportes, consumidas a distancia para aliviar el confinamiento.

El trabajo a través de internet ha sido imprescindible y en parte ha venido para quedarse, lo que plantea una nueva situación para los trabajadores.

Las medidas extraordinarias y los controles telemáticos obligará a pensar de nuevo sobre la convivencia entre seguridad y respeto a las libertades individuales.

Ahora bien debemos de reflexionar porque se abre una doble opción: Intentar volver a la misma situación de partida o luchar por otro modelo social. Todos los sectores dominantes van a pugnar por el primer enfoque. Por el aumento del PIB, el desarrollo de una economía ligada al turismo en España, los mismos sectores contaminantes entre ellos el del automóvil, un modelo de alimentación basado en el consumo de animales mantenidos en grandes granjas y el de objetos que tienen que renovarse compulsivamente,etc.

Es el momento de reflexionar y de expandir entre la opinión pública que el mundo no puede seguir así. No pueden seguir las desigualdades de género y de clase, la miseria de unos y la riqueza de otros. Tampoco puede seguir una economía que ignora los límites del crecimiento, la limitación de un aíre respirable, del agua y de los minerales. Se ha desoído la antigua llamada del club de Roma y cada vez nos encontramos con mas consecuencias de estas limitaciones, que amenazan la existencia humana y las de otras especies. Cada vez mas científicos señalan que la producción industrial de animales está en el origen de gran parte de los contagios víricos, así como por la presión sobre los habitats de las especies salvajes.

Entre todas las limitaciones que parece exigirnos la Tierra, el calentamiento climático es lo más urgente. Hemos sido capaces de aislarnos, de parar la economía, de medidas excepcionales donde lo común predomina sobre la propiedad privada, por lo tanto estamos en condiciones de abordar el cambio climático con medidas excepcionales. Tenemos que comprender que una subida de la temperatura de mas de 4ºC de media, a la que nos encaminamos, es un desastre mayor que el del coronavirus. El número de muertos, los millones de desplazados, las nuevas pandemías, producirán un daño aún mayor. La única diferencia es que se dará en un periodo largo desde ahora hasta finales de siglo.

Tenemos que tener conciencia de la necesidad de medidas rápidas y excepcionales, no tomarlas a tiempo hará imposible una vuelta atrás, una adaptación al cambio. Hay cada vez mas analistas que piensan que es inevitable un colapso civilizatorio, impedirlo o atenuarlo está todavía en nuestras manos. Es un desafío para toda la humanidad y por lo tanto tenemos que luchar por medidas globales más exigentes que las que se han enunciado en los acuerdos climáticos, que además no se han puesto en marcha.

Los países desarrollados vamos a perder varios puntos del PIB y no tenemos que pretender recuperarlos, como anuncian la mayoría de las voces. Tenemos que pasar de una sociedad centrada en lo económico, buscando más crecimiento, a una sociedad centrada en valores cualitativos, en el cuidado y la relación humana, en la cultura, la ciencia y la fiesta.

Este debería ser el objetivo pero tiene muchas consecuencias. En primer lugar hay que utilizar la riqueza general para no dejar atrás a los desfavorecidos. Hay que comprender que aumentarán los parados, sectores completos de actividad tendrán que reducirse, como la producción de automóviles, de aviones y de la agricultura y ganadería industrial. Esto supone favorecer a los sectores menos contaminantes, las energías renovables, una menor movilidad con más transportes públicos y al tiempo dejar caer otros sectores. En este sentido se están movilizando ministros encargados del medio ambiente de varios países europeos, entre ellos la ministra española. Para poder abordar esta crisis medioambiental hace falta políticas consensuadas, con apoyo de la población, que no dejen tirado a nadie. Hace falta reparto de riqueza, menos crecimiento y más equilibrio económico.

El confinamiento nos ha preparado en parte. La menor circulación ha permitido mejorar la calidad del aíre en las ciudades. Junto con la menor producción se han reducido las emisiones de CO2. Hemos podido subsistir consumiendo menos productos. Se han tomado medidas económicas que apoyan a las personas en paro y a las empresas en crisis, se ha abierto de repente la posibilidad de una renta básica que no permita la pobreza y que tendría que venir acompañada con el reparto de trabajo.

Es evidente que la inercia social y las fuerzas dominantes van a presionar para volver al mismo mundo. Sin embargo el deterioro va a ser tan grande que difícilmente va a poder volverse a la situación inicial. Por eso hay que conseguir que los ciudadanos comprendan que hay que cambiar a otro modelo. El camino está lleno de incertidumbre, de ensayos y correcciones, pero lo conocido nos lleva a nuevos desastres sanitarios, climáticos y sociales.


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