Trasversales
Movimiento social (Ucrania)

Socialistas de Ucrania piden solidaridad internacional


Revista Trasversales número 57, enero 2022 web




La resurrección del imperialismo ruso

El Kremlin ha ordenado al ejército ruso que se acerque a las fronteras de Ucrania y amenaza con intervenir si Estados Unidos, la OTAN y Ucrania no satisfacen sus exigencias. Nosotr@s, socialistas de Ucrania, llamamos a la izquierda internacional a condenar las políticas imperialistas del gobierno ruso y a mostrar su solidaridad con las personas que han padecido una guerra que ha durado casi ocho años y que pueden padecer una nueva guerra.

Después del colapso de la URSS, solo quedó una superpotencia en el mundo: Estados Unidos. Pero nada dura para siempre y su hegemonía está decayendo. Las intervenciones estadounidenses en Afganistán e Irak provocaron guerras catastróficas para los pueblos de estos países y terminaron desacreditando a Estados Unidos. Desafortunadamente, el declive del imperialismo estadounidense no ha estado acompañado por el surgimiento de un orden mundial más democrático, sino por el surgimiento de otros depredadores imperialistas y de movimientos fundamentalistas y nacionalistas. En estas circunstancias, la izquierda internacional, acostumbrada a luchar únicamente contra el imperialismo occidental, debería reconsiderar su estrategia.

En las últimas décadas, ha habido un resurgimiento del imperialismo ruso, que ahora está tratando de arrancar a Estados Unidos una redistribución de las esferas de influencia en el mundo. Los hechos demuestran que caer bajo la influencia de la Rusia de Putin no trae ningún bien al pueblo. Ahora mismo, las tropas rusas se encuentran en Kazajistán con el objetivo de reprimir por la fuerza el levantamiento popular. Estas acciones confirman la naturaleza reaccionaria de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) (1), que no fue creada para proteger a sus países de la agresión externa sino para fortalecer la influencia del Kremlin y para proteger a los regímenes rechazados por la población frente a posibles revoluciones. De hecho, las tropas rusas en Kazajistán también protegen los intereses de los capitalistas estadounidenses y británicos, que poseen una parte importante de la industria petrolera en Kazajistán.

Rusia ha jugado un papel similar en las protestas de Bielorrusia. El Kremlin envió a sus propagandistas para reemplazar a los trabajadores de los medios de comunicación en huelga y anunció la formación de una reserva de agentes de seguridad para ser enviados a Bielorrusia. Al igual que en el siglo XIX, cuando el Imperio Ruso era el gendarme de Europa, el régimen de Putin se está convirtiendo en el obstáculo de los cambios sociales y políticos en el espacio postsoviético: cualquier movimiento social en este territorio se ve obligado a pensar cómo evitar irritar al Kremlin.

Expresamos nuestro agradecimiento y solidaridad a los activistas de izquierda rusos que se oponen a las políticas imperialistas del Kremlin y que luchan por las transformaciones democráticas y sociales en su país. Solo una revolución en Rusia y el derrocamiento del régimen de Putin pueden traer estabilidad, paz y seguridad a los países postsoviéticos.


La situación en el Donbass

El Kremlin acusa a las autoridades ucranianas de planear una ofensiva militar en el Donbass, pero es una mentira descarada. La política de Zelenskiy indica que, tras múltiples intentos fallidos de lograr la paz después de llegar al poder, abandonó los planes para cambiar algo en Donbass. Condenamos las políticas neoliberales y nacionalistas de las autoridades ucranianas, pero en ningún modo justifican la agresión imperialista de Rusia.

Rusia acusa constantemente a Ucrania de no cumplir con la parte política de los acuerdos de Minsk, pero ella misma viola constantemente la parte de los mismos referidas a las condiciones de seguridad. El último ejemplo fue la no prolongación por parte de Rusia del mandato de la misión de la OSCE para monitorear la frontera entre Ucrania y Rusia, aunque está prevista en el párrafo 4 del Protocolo de Minsk. Las autoproclamadas repúblicas controladas por el Kremlin siempre han impuesto más restricciones a la libertad de movimiento de los representantes de la misión de la OSCE en torno a la línea de contacto, pero, a pesar de estos obstáculos, la OSCE en los últimos años ha registrado muchas más violaciones de las condiciones para la retirada de armas pesadas en torno a la línea de contacto por parte de la "República Popular de Donetsk" y de la "República Popular de Lugansk". Pero lo principal es precisamente la cláusula 10 de Minsk-2, que nunca se implementó: "La retirada de todas las formaciones armadas extranjeras, equipos militares y mercenarios del territorio de Ucrania bajo la supervisión de la OSCE. Desarme de todos los grupos ilegales". Hubo y hay tropas rusas en Donbass, pero el Kremlin todavía lo niega hipócritamente.

Contra lo que dice el mito popular entre algunos izquierdistas occidentales, los regímenes de la "República Popular de Donetsk" y de la "República Popular de Lugansk" no son el resultado de la voluntad popular. Sus líderes están integrados en las filas de la élite gobernante de la Federación Rusa y se han convertido en portavoces de los sentimientos depredadores más agresivos del Kremlin. En las propias "repúblicas" se suprime cualquier actividad política de oposición, incluso la más leal al gobierno ruso.

Al mismo tiempo, los territorios de las "repúblicas" se desindustrializan rápidamente. La infraestructura se está deteriorando y las redes de transporte público se están desmantelando en las ciudades. Incluso en las empresas cuyos productos se exportan a través de la Federación Rusa, el atraso en varios meses del pago de los salarios se ha hecho norma. Las protestas obreras son aplastadas por medio del secuestro de activistas y del uso de vehículos militares.

Además, Donbass ya se ha convertido en una zona de colapso ambiental. Muchas explotaciones mineras han sido cerradas sin las debidas medidas de conservación, lo que ha llevado a la contaminación de agua potable. Según las estimaciones de la ONU, Donbass, si bien es una de las partes más densamente pobladas de Ucrania, es la zona del mundo más llena de minas terrestres explosivas.


¿Qué hacer?

Ahora el Kremlin niega a Ucrania como sujeto político y por tanto también niega la posibilidad de negociaciones directas entre Rusia y Ucrania. El gobierno ruso quiere que todos los acuerdos se alcancen con Estados Unidos, descartando por completo a Ucrania. Pero las decisiones que pudieran resolver el conflicto deben tomarse teniendo en cuenta las opiniones de las personas cuyas vidas dependen directamente del conflicto y de la forma en que se resolverá. Ucrania no debe convertirse en moneda de cambio en los acuerdos entre los dos estados imperialistas.

Luchamos por una Ucrania pacífica y neutral, pero para ello el Kremlin debe poner fin a su política imperialista agresiva y se debe dotar a Ucrania de garantías de seguridad más serias que el Memorándum de Budapest, flagrantemente pisoteado por la Federación Rusa en 2014.

Al no albergar ilusiones sobre la política de los gobiernos occidentales al servicio del gran capital y de sus propios objetivos, creemos que éstos sólo tomarán en cuenta los intereses del pueblo trabajador ucraniano bajo la presión de los movimientos progresistas y la población de esos países.

En primer lugar, es necesario poner fin definitivamente a los combates en el Donbass y prevenir posibles provocaciones en la primera línea del conflicto armado, que podrían utilizarse como pretexto para una nueva intervención. Por lo tanto, el primer paso debería ser la presencia de un contingente de mantenimiento de la paz de la ONU en el Donbass. Somos conscientes de los problemas con las misiones de mantenimiento de la paz existentes y recordamos que a veces los cascos azules no evitaron la violencia masiva. Pero bajo las circunstancias actuales de Ucrania, este es un necesario y forzoso paso.

Los aspectos vinculados cuestiones a una solución política a largo plazo del conflicto deben resolverse después de que se resuelvan las cuestiones de seguridad. El fin de las hostilidades reduciría la gravedad del conflicto y entonces sería más fácil discutir posibles compromisos. También se deben preparar las condiciones para la futura reintegración.

Los siguientes pasos deben ser:

- La retirada completa de las tropas rusas del Donbass. Uno de los mejores medios de presión sobre los líderes de la Federación Rusa sería la incautación de las propiedades y activos de los oligarcas y funcionarios rusos en Londres y otros lugares.

- La creación de un programa internacional para la restauración de la región afectada por la guerra y para la asistencia a sus habitantes (incluso mediante la confiscación de lo que fue saqueado por los oligarcas rusos y ucranianos).

- La revisión del curso socioeconómico propuesto a Ucrania por Occidente: en lugar de reformas neoliberales destructivas bajo la presión del FMI, medidas como la cancelación de la deuda externa de Ucrania.

- Políticas humanitarias más inclusivas y progresistas en Ucrania, poniendo fin a la impunidad de la extrema derecha ucraniana y aboliendo las leyes de "descomunistización" (2).

- La estipulación de garantías para la observancia de los derechos humanos de quienes vivieron en la "República Popular de Donetsk"o en la "República Popular de Lugansk" , así como la aprobación de una ley de amnistía para quienes no hayan cometido crímenes de guerra.

La guerra en el Donbass se ha cobrado la vida de miles de personas y ha obligado a millones de personas a abandonar sus hogares. La amenaza de una escalada se cierne sobre Ucrania como la espada de Damocles y reduce en gran medida el alcance de la política progresista. El futuro del movimiento socialista en Ucrania depende de la solidaridad internacional.


Notas de traducción

1. Incluye a Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.

2. Esas leyes han sido condenadas por la Comisión de Venecia, órgano consultivo del Consejo de Europa, y por la OSCE.