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Consejo Editorial de Trasversales

CON EL PUEBLO DE UCRANIA

Revista Trasversales número 57 febrero 2022 web

El origen de este texto es un borrador de editorial para Trasversales nº 58 (marzo 2022), pero ante el creciente riesgo de una agresión de Putin contra Ucrania hemos optado por emitir esta declaración. En el número 58 de Trasversales se abordará este tema de forma más actualizada, tanto a  través del editorial como de materiales individualizados que permitirán una reflexión con más matices.



El despliegue de un contingente de más de 120.000 soldados rusos y de numeroso armamento pesado cerca de la frontera de Ucrania ha desencadenado una justificada alarma entre la población ucraniana. Se trata de la mayor amenaza de agresión militar vivida en Europa desde el final de la Guerra Fría.

La alarma está plenamente justificada. Ucrania ha sido objeto de una continuada política de intervención política y militar por parte del gobierno de Vladimir Putin desde la caída en 2013 del gobierno de Viktor Yanukóvich después del Euromaidán. En realidad, Ucrania vive en guerra desde 2014. En dicho año se produjo la anexión por parte de Rusia de la península de Crimea. También comenzó la guerra en el este de Ucrania, la llamada guerra del Donbás, que enfrenta al ejército ucraniano con milicias pro-rusas, apoyadas por unidades militares de la propia Rusia, que sostiene a las llamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. La guerra ha provocado por el lado ucraniano más de 14.000 muertos, 30.000 heridos y alrededor de 1,9 millones de desplazados. Se desconoce el número de víctimas rusas. Todo eso ocurre mientras se mantiene la clamorosa impotencia de la Unión Europea, cuya ausencia de política exterior común la ha incapacitado para ejercer cualquier acción efectiva destinada a detener ese conflicto armado en territorio europeo.

La política de intervención por parte del gobierno ruso en Ucrania no es un caso excepcional, sino que forma parte de una línea de actuación continuada respecto a las antiguas repúblicas soviéticas y a algunos Estados que formaban parte del Pacto de Varsovia. Esta actuación de rasgos imperiales fomenta y justifica la violación de las fronteras y explota las raíces étnicas de determinados conflictos regionales. Esa política se expresó en las dos guerras de Chechenia, la primera en la época de Boris Yeltsin y la segunda con Putin. La posición rusa también es determinante en la situación de Transnistria, que dio lugar a un conflicto armado en esa zona de Moldavia limítrofe con Ucrania. El presidente Putin labró su carrera política con la guerra de Osetia del Norte contra Georgia. Del mismo modo, el gobierno ruso ha sostenido las dictaduras de Bielorrusia y Kazijistán frente a las rebeliones populares de 2020 y 2022 respectivamente. Putin ha apoyado la represión que ocasionó cientos de víctimas y ha desplegado unidades militares para apoyar a los corruptos gobiernos dictatoriales de ambas repúblicas.

El nacionalismo del gobierno de Vladimir Putin le lleva a exaltar la política imperial tanto del zarismo como de Stalin, objeto de una creciente rehabilitación. La prohibición hace algunas semanas de la asociación Memorial (que hace una labor de recuperación de la memoria histórica de las víctimas del estalinismo) es un paso más en esa dirección de consolidación de un discurso fuertemente militarista, autoritario y pan-ruso.

Ante la grave situación de amenaza de ataque militar a Ucrania nos preocupa la amplia recepción entre cierta parte de la izquierda española de la argumentación de Putin de que la responsabilidad de la actual crisis recae fundamentalmente en la expansión de la OTAN ocultando o minusvalorando las acciones militares concretas de Rusia. Observamos como se calla sobre la responsabilidad directa y principal del gobierno de Vladimir Putin en la situación actual. Del mismo modo, nos preocupa el largo silencio respecto de la ocupación de Crimea y de los ocho años de guerra efectiva en el este de Ucrania.

Hay una degradación ética y política en quienes se muestran incapaces de distinguir entre agresión y defensa. Lamentablemente no nos sorprende, porque dentro de una parte de la izquierda se arrastra una larga historia de falta de compromiso con las libertades y con pueblos víctimas de agresiones y de guerras. Sin remontarnos a posiciones durante la Guerra Fría, hay que decir que observamos una preocupante continuidad entre las posiciones durante el conflicto de los Balcanes, respecto a la guerra civil siria y en relación al movimiento democrático de Hong Kong. Y en la indiferencia ante la situación del pueblo afgano tras la retirada de Estados Unidos.

Hay un No a la guerra que solo parece estar vigente y ser claro cuando el agresor es Estados Unidos. Frente a la amenaza de invasión de Iraq por el gobierno Bush se decía expresamente que se estaba en contra del ataque y la invasión de Estados Unidos a ese país. Eso es justamente lo que no se dice ahora respecto a Ucrania. Incluso algunos hablan como si se fuera a desencadenar una guerra occidental contra Rusia. Una parte de la gente de izquierda está presa de un “antiimperialismo” que solo es un simplista antiamericanismo, que ve los acontecimientos internacionales exclusivamente bajo ese prisma. La única luz de interpretación de los acontecimientos parece ser oponerse a lo que haga EE.UU. y el “imperialismo occidental” y apoyar a sus enemigos. La gente real, los pueblos, las libertades, las naciones, importan muy poco frente a esa visión puramente ideológica, puramente de otra época y completamente incapaz de comprender el mundo en que vivimos.

Sobre la crisis de Ucrania, el pasado 21 de enero se hizo público un manifiesto que fue suscrito por Podemos, Izquierda Unida, En Comú Podem, Alianza Verde, EH Bildu, BNG, Compromís, Más País, Verdes Equo y CUP. Se titula: “Manifiesto por la paz y para evitar una guerra en Europa: desescalada y diálogo, no al envío de tropas ni armamento a Ucrania”. En dicho manifiesto respecto a “la situación en torno a Ucrania” nos ha preocupado que no se señale la responsabilidad directa y principal del gobierno de Vladimir Putin en la situación actual y en los ocho años de guerra en territorio ucraniano. Su objeto parece ser más bien pronunciarse contra un apoyo militar de la OTAN a Ucrania que, al día de hoy, ni siquiera está planteado.

Al margen del manifiesto, queremos señalar que para una parte de la izquierda española la posibilidad de una agresión concreta y directa de Rusia contra un país soberano es objeto de una lectura exclusivamente en clave geoestratégica, como parte de un conflicto entre bloques. Por supuesto que a nosotros nos preocupa el aumento de la tensión entre las potencias militares. Es pueril que tengamos que decir que no somos unos defensores de la OTAN ni confiamos en las estrategias ni actuaciones de los gobiernos de EEUU ni en los de la Unión Europea, ni en el de Ucrania. Sobre todas esas cuestiones hemos opinado y seguiremos opinando libremente. Pero nos negamos a la hipocresía de tener que vestir nuestro rechazo a la política de Vladimir Putin con declaraciones y análisis grandilocuentes sobre todo lo que ocurre en la geoestrategia mundial. No pedimos perdón por decir claramente lo que pensamos sobre el despliegue de tropas rusas en una frontera europea.

Nos negamos a tener que elegir entre ser pro-OTAN y defensores del capitalismo neoliberal o tener que considerar progresivos al régimen autoritario de Rusia y a la dictadura china. Nuestro campo no es ninguno de esos, sino el espacio de quienes se oponen a ellos, sin perder la capacidad de distinguir con claridad en cada crisis concreta quién es el responsable principal.

No sabemos lo que va a pasar. No hacemos predicciones. Tenemos un compromiso moral y político de solidaridad con la población de Ucrania, amenazada por la posibilidad de una agresión militar a una escala mucho mayor que la que ya padece desde hace años.

Lo que en este momento hay que decir nos parece muy concreto:

-Defendemos el derecho de Ucrania a fronteras seguras.

-Estamos en contra de cualquier agresión militar o intervención de Rusia en Ucrania.

-Sostenemos el derecho de defensa de Ucrania frente a cualquier agresión.

-Apoyamos la libre autodeterminación de la nación ucraniana.



13 de febrero de 2022