Trasversales
Ron Kelch

La brutal guerra de Putin contra Ucrania pone en duda el futuro de la humanidad

Revista Trasversales número 58 marzo 2022 web

8 de marzo de 2022

Original en inglés en...

https://newsandletters.org/putins-brutal-war-in-ukraine-puts-the-future-of-humanity-in-doubt/



El 24 de febrero, en la oscuridad de la noche, el presidente ruso, Vladimir Putin, inició, sin mediar provocación alguna, una invasión de Ucrania desde tres lados diferentes, tras haber acumulado durante meses 190.000 soldados en las fronteras. Junto al flujo de tropas y tanques, llegó un aluvión de misiles terrestres y marítimos para inducir "conmoción y pavor" y sumisión. Por el contrario, la última y más espantosa invasión masiva de Putin se enfrentó a una feroz resistencia en Ucrania, así como a una oposición que no esperaba en las calles rusas.

Estados Unidos ofreció e incluso suplicó a presidente ucraniano V. Zelensky sacarle del país y llevarle a un lugar seguro, reflejando la expectativa casi universal en una rápida victoria rusa. Zelensky respondió: "Necesito municiones, no un viaje". Y abrió los arsenales de Ucrania, distribuyendo 18.000 armas automáticas entre la población para la defensa frente a la agresión rusa. La popularidad de Zelensky se disparó a más del 90%, y los ucranianos se organizaron para hacer cócteles Molotov, tender emboscadas a los vehículos blindados y para colocarse desarmados ante el avance los tanques. Conociendo la historia de brutalidad desenfrenada de Putin, más de dos millones de personas ya han huido con sus hijos al otro lado de las fronteras occidentales.

Dado que civiles, soldados y milicianos ucranianos, jugándose la vida, consiguieron retrasar el avance planificado de uno de los ejércitos más fuertemente armados del mundo, los países de Europa occidental finalmente apoyaron sanciones económicas más severas y prometieron poner más armas en manos de los ucranianos.


Las manifestaciones en Rusia desautorizan a Putin

La valentía de los ucranianos tuvo eco en Rusia, donde manifestantes en más de 50 ciudades se atrevieron a denunciar la guerra, sabiendo muy bien que corrían el riesgo de ser arrestados, incluidos en listas negras e incluso torturados y asesinados, algo que el régimen de Putin a menudo ha hecho contra los disidentes. Al comienzo de la guerra, más de 1700 manifestantes por el "No a la guerra" fueron arrestados mientras el desafío abierto al régimen se extendía a muchas otras formas de expresión.

Figuras públicas normalmente apolíticas como cantantes y atletas proclamaron creativamente su oposición a la guerra. El malestar con Putin explotó en internet. En Moscú, donde los manifestantes marcharon bajo el lema "Ucrania-Paz, Rusia Libertad", Elena Chernenko, periodista especializada en asuntos exteriores y política internacional, publicó una carta abierta en oposición a la guerra de Rusia, que firmaron otros 280 periodistas. Lo que conmocionó a Chernenko, que inmediatamente perdió su credencial como periodista, y a otros fue que el prolongado movimientos de tropas de Putin no resultó ser una inteligente estrategia de negociación, sino la preparación para una invasión a gran escala que comenzó con el bombardeo de las ciudades ucranianas de Kiev y Járkov.

Las manifestaciones continuaron y en pocos días hubo más de 6000 detenciones. Para el 8 de marzo, su número había subido a 13.500. Muchos más firmaron cartas abiertas contra la guerra: 6000 trabajadores sanitarios, 3400 arquitectos e ingenieros, 500 maestros, 1500 graduados de élite del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú. Un grupo feminista ruso anunció que el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, sería un día de protesta contra el militarismo y los crímenes de guerra de Putin en Ucrania, recreando el significado original de ese día en lugar del patriarcal "día de la madre" en que se había convertido.


Rusia paga un precio menor

Lo que está claro hasta el momento, a través de la neblina de la guerra, es que se ha iniciado un conflicto muy sangriento y costoso, especialmente para los ucranianos pero también para los rusos que tienen miles de bajas y cuya economía h a entrado ahora en una recesión precipitada por las sanciones sin precedentes impuestas a través de instituciones financieras internacionales controladas por EEUU y Europa.

Desde el principio, Putin se jactó de sus armas nucleares avanzadas, presumiblemente su misil hipersónico del "día del juicio final", y prometió "aplastar" a cualquier agresor directo.

Luego puso en alerta a sus fuerzas nucleares y el Kremlin amenazó con que la "guerra económica" de Occidente contra Rusia podría convertirse en una "guerra real".

Afortunadamente, cuando el ejército ruso bombardeó el complejo nuclear de Zaporiyia, provocando un incendio masivo, no hubo un impacto directo en uno de sus seis reactores nucleares y se evitó una catástrofe nuclear derivada de una guerra convencional.


Rusia dirige la guerra contra la población civil

Las unidades rusas, que alcanzaron las importantes Kiev y Járkov, bombardearon la infraestructura civil utilizando bombas termobáricas y de racimo destinadas a pulverizar las zonas urbanas. Una lluvia incesante de artillería y cohetes cayó sobre Jersón y Mariúpol, donde el alcalde Vadym Boychenko dijo que los bombardeos fueron tan feroces que no pudieron rescatar a los heridos de las calles y de las viviendas. Un consejero del alcalde, Petro Andriushchenko, dijo que, como pasó en Aleppo (Siria), "están tratando de borrar esta ciudad de la faz de la tierra", señalando así el plan de Putin para toda Ucrania.

Las sanciones, las manifestaciones masivas en solidaridad con los ucranianos en todo el mundo, especialmente en Europa, donde cientos de miles de personas se manifestaron en las principales ciudades como Madrid, Berlín y Praga, y la condena de la Asamblea General de la ONU claramente mayoritaria (141 votos a favor, 5 en contra y 35 abstenciones) no lograron disuadir a Putin de seguir adelante con la misma brutalidad que perfeccionó en la guerra contra Chechenia, utilizada por él desde 1999 para consolidar su poder.

En 2015, probando sus armas más avanzadas, Putin llevó a cabo un similar baño de sangre con una intervención militar para salvar al genocida contrarrevolucionario Bashar al-Assad en Siria, donde atacaron deliberadamente hospitales, mercados y otros espacios civiles.

Sin embargo, el convoy de tanques y suministros de 40 millas de largo enviado por Putin para rodear Kiev y ejecutar un asedio prolongado, se ha enfrentado a una fuerte resistencia y, al cierre de esta edición, sigue estancado tras más de una semana en las afueras de Kiev. Algunas tropas rusas, hambrientas y mal informadas sobre su misión, se han rendido en masa y han saboteado sus vehículos perforando tanques de gasolina y neumáticos. A los soldados capturados se les permitió llamar a sus madres a casa, donde las familias no tenían idea de que estaban en guerra.

Desde entonces, Putin cerró las redes sociales y destruyó los últimos vestigios de medios independientes. Después aprobó una ley que impone una sentencia de prisión de 15 años a cualquier periodista que use palabras como "guerra" o "invasión" o que contradiga de alguna manera la información oficial gubernamental sobre su "operación militar especial". Las tropas creían que serían recibidas con flores como libertadores y, como la mayoría de los rusos, creyeron hasta el último minuto en la reiterada insistencia de Putin de que no había planes para invadir toda Ucrania.

De hecho, el enfoque del discurso de Putin del 21 de febrero fue anunciar el reconocimiento de dos nuevas repúblicas independientes en el Donbass. Allí, la revolución popular ucraniana de 2014 se topó con la intervención imperial de Putin promoviendo entre rusos y ucranianos una guerra étnica, en la que han muerto más de 14.000 personas. Esa guerra devastó esta región industrial, donde la oposición multiétnica, incluidas especialmente las huelgas de los trabajadores, había sido fundamental para derrocar al brutal régimen capitalista de estado de la Unión Soviética y para apoyar la independencia de Ucrania.


La derrota de Putin y el futuro de la población rusa

Taras Bilous, un pacifista ucraniano que trabajó con las víctimas civiles en ambos lados de la guerra de Donbass, conoce bien a la ultraderecha ucraniana así como la presencia exagerada que le otorgan quienes desconocen la realidad sobre el terreno. Bilous, que trató de promover el diálogo sobre la guerra y personifica el espíritu de la nueva Ucrania, escribió "Una carta a la izquierda occidental desde Kiev", abandonando su blog para unirse a una unidad de defensa territorial mientras Kiev estaba bajo ataque de artillería.

Bilous denunció el "campismo" de los izquierdistas que ven el asalto de Putin a su país como una "división de 'esferas de interés' entre los estados imperialistas", donde los ucranianos serían víctimas o daños colaterales, pero no seres humanos que luchan por sus vidas contra el imperialismo de Rusia y se esfuerzan por ser libres para vivir en un país multiétnico dirigido por un líder popular que es judío y cuyo primer idioma es el ruso. Bilous termina instando al pueblo ruso a "darse prisa y derrocar al régimen de Putin. En su propio interés tanto como en el nuestro".

Ese sentimiento tuvo eco en Rusia, por ejemplo Danya P., activista del Movimiento Socialista ruso escribe:

"Espero que las fuerzas armadas de la Federación Rusa sean derrotadas en la guerra que ha empezado. Mis esperanzas no nacen del odio, sino del amor. Las victorias militares del régimen de Putin no traerán nada a los ciudadanos de Rusia, excepto la muerte de seres queridos, el colapso final de la economía y el fortalecimiento del régimen. Estas victorias sólo pueden producir euforia a corto plazo, pero efecto narcótico sólo desvía la atención de los interminables problemas de Rusia y del reconocimiento de la necesidad de resolverlos.

Cada ciudad que se toma, cada aldea que se ocupa, son más personas a las que se roba su futuro. Porque para el régimen de Putin no hay lugar para el futuro, sólo existe el presente podrido y el esfuerzo por hacernos retroceder a todos al pasado aún más miserable. Este régimen fuerza todos sus los músculos para hacer retroceder las ruedas de la historia, para devolver la economía, la cultura y la sociedad a un estado más primitivo. La derrota de Putin en la guerra le daría un futuro al pueblo de Rusia, le abriría los ojos ante la esencia del régimen de Putin y le daría la fuerza para luchar por la democracia y la justicia social".


Se muestra la esencia del capital

El imperialismo ruso de Putin es una manifestación de un sistema capitalista desesperado que no puede mantener a su población o manejar la amenaza total que esta sociedad supone para su propio medio ambiente. Cuando salió a la luz el impacto del ataque bárbaro de Putin contra Ucrania, un hito en el ciclo de noticias fue una actualización del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU advirtiendo sobre el daño irreversible y el inmenso sufrimiento humano ya acumulado debido al cambio climático inequívocamente causado por el hombre. Sin una acción inmediata no hay esperanza de "asegurar un futuro habitable" para los seres humanos en el planeta.

Ahora, el militarismo gana terreno. Los medios de destrucción total son mucho mayores que en el momento del colapso capitalista global de la Gran Depresión de la década de los años treinta y de su desglobalización, que condujo a los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. La escala de brutalidad de Putin hacia un país vecino en Europa revive este espantoso recuerdo.

El estatus de paria mundial de Putin es especialmente profundo en Europa. Incluso el húngaro Viktor Orban, el aliado más cercano de Putin, aceptó las sanciones de la UE contra la Rusia de Putin y, junto con Polonia, abrió las fronteras a los ucranianos que huían.


Racismo: el talón de Aquiles del capitalismo

Sin embargo, los estudiantes africanos y otros no europeos que estudian en Ucrania informaron de que les resultó mucho más difícil cruzar una vez que los guardias ucranianos los separaron de los locales en la frontera. Hungría y Polonia habían sido los más acérrimos opositores a la concesión de asilo a los refugiados en general y, en especial, al impulso de la UE para abrir sus fronteras a los millones de personas que huían de Siria cuando Putin, ayudando a Bashar al-Assad, demolió su país en un asedio genocida. Este racismo cuestiona la solidaridad humana necesaria para una revolución genuina.

Debido al coste para sus propias economías y para su apoyo político, la administración de Biden solo cedió tardíamente a la presión y asumió el precio de cortar a Putin los ingresos por el petróleo y el gas, pese a que son lo que hace posible: una maquinaria de muerte, incluida la amenaza. de aniquilación nuclear si alguien interfiere. La guerra de Putin en Ucrania es solo el último momento de la angustia y la desesperación generalizadas sobre el futuro de la humanidad y de la naturaleza bajo el capitalismo.

La guerra de Putin también revela un mundo mutado, de alianzas cambiantes entre centros competitivos de acumulación de capital, que se encuentra en una situación de estancamiento de de la acumulación a nivel mundial, degenerando en militarismo y en un fascismo que odia a los otros, y que fomenta nuevas formas de genocidio.


La China de Xi y la Rusia de Putin desafían a EEUU

La China de Xi Jinping, por su parte, ha consolidado una nueva asociación con Rusia. En una reunión de Xi y Putin justo antes de los Juegos Olímpicos de Invierno, Xi le pidió a Putin que pospusiera su invasión para no distraer la atención de su espectáculo olímpico, boicoteado por muchos países por la situación de los derechos humanos en China y por las prácticas genocidas contra los uigures. Xi también declaró que la nueva amistad entre China y Rusia "no tiene límites", lo que significa que China permitirá la guerra de Putin al expandir el comercio de petróleo, gas, trigo, armas, tecnología y otras áreas entre los dos países.

La combinación de dos potencias nucleares, China con una economía y una industria avanzadas y Rusia como potencia energética, pretende desafiar al imperialismo estadounidense. El sistema capitalista en crisis siempre vira, tras el barniz de la democracia, hacia la plutocracia, la oligarquía y la guerra. Al mismo tiempo, como en el período previo a la Segunda Guerra Mundial, nadie sabe qué otros realineamientos y traiciones tendrán lugar hasta el enfrentamiento global final. Putin no es tanto la excepción como la encarnación del cambio en curso en la política mundial, lo que apunta hacia el futuro que este sistema tiene reservado para el mundo si no se le pone freno. La destrucción de la democracia y el movimiento hacia la derecha en los EEUU y el mundo, al que Putin ha ayudado, ayuda a preparar el escenario para esa pesadilla.



Lenin vs. la contrarrevolución de Putin

Este cambio es contrarrevolucionario hasta la médula. Nada deja esto más claro que la diatriba de Putin contra Lenin. Para Putin, que está llevando a Rusia de "regreso al pasado aún más miserable" del imperio, no parece haber enemigo más odiado que Lenin, quien supuestamente inventó la nación de Ucrania. En realidad, Lenin insistió en que los ucranianos son un pueblo/nación independiente, libre de seguir su propio camino, como advirtió contra el chovinismo gran ruso, a lo que más tarde añadió que ese chovinismo lo personificaba Stalin. Es a Stalin a quien Putin deifica, a pesar de su denuncia del comunismo.

La autodeterminación nacional no es simplemente un principio que se suponía que debían suscribir los izquierdistas. Lenin también vio que podría ser un catalizador para la revolución proletaria, al observar la profundidad de la autoorganización y la autoactividad de los ucranianos, atrayendo a todas las capas de la población, actuando individual y colectivamente en su pasión por la independencia y por liberarse de los señores imperiales. Han inspirado al mundo. Los ucranianos sin duda han dado nueva vida a la idea de democracia. Considerando el lamentable estado de las democracias burguesas actualmente existentes, la lucha por superar las barreras a una vida en libertad no puede detenerse ahí.

En EEUU una propuesta de 1.2 billones de dólares en 10 años para "reconstruir mejor", a pagar con un pequeño impuesto a los oligarcas estadounidenses, lo que habría hecho mella significativa en la pobreza infantil y permitiría algunos primeros débiles pasos para abordar la catástrofe ambiental, chocó, a pesar de su popularidad, con la oposición total más acérrima de los republicanos. Sin embargo, lo que apenas recibió atención y se aprobó en un abrir y cerrar de ojos con un amplio apoyo bipartidista fue el llamado proyecto de ley de "gastos de defensa", que, proyectado para 10 años, costará más de 8 billones de dólares. Este es el presupuesto de guerra bipartidista del viejo adalid de la guerra fría, el presidente Joe Biden. La competencia internacional entre las órbitas capitalistas y de los estados está impulsada por la producción y la preparación para la guerra total.


Guerra y Capitalismo

Nada muestra esto mejor que la guerra comercial entre EEUU y China, que comenzó con Trump y continúa hasta el día de hoy. Tuvo, como tema central, la batalla de 2019 por el Internet 5G. El imperialismo estadounidense usó sanciones para imponer una purga del equipo Huawei, que era más avanzado que la tecnología estadounidense, de todos los países occidentales. En la capacidad del 5G para conectar cosas, la consideración primordial es la capacidad sin obstáculos para distribuir armas inteligentes. El costo de las interrupciones de la cadena de suministro, incluidas las causadas por sanciones, será tremendo. afectará a todas las economías y será pagado por los trabajadores.

La unidad de las políticas económicas y las políticas militares se ha intensificado. Ahora, la industria de los microchips y muchas otras industrias son un problema de "seguridad nacional". Las empresas de fabricación de chips están siendo subsidiadas para volver a fabricarlos en EEUU. traer esa fabricación de regreso a los EE. UU; en el Pentágono cobran fuerza las conversaciones que algunos han iniciado sobre una incluso cuando las conversaciones sobre una "guerra nuclear ganable" con China. La unidad de las políticas económicas y de la guerra es una amenaza absoluta para la vida.

Lo opuesto a la guerra permanente es la revolución permanente, que no se detiene en la libertad política y la autodeterminación nacional. Para Karl Marx, la revolución permanente significaba realizar la democracia y la autodeterminación en la actividad de la vida cotidiana, especialmente en el lugar de trabajo capitalista donde el trabajo se reduce a un mero medio de vida. En lugar de la ciencia capitalista incorporada a la máquina —el robot, el algoritmo y la maquinaria de la muerte para dominar y destruir— la ciencia debe estar al servicio de los seres humanos. Lo que se opone absolutamente al trabajo alienado del capitalismo, que aliena a los humanos entre sí y también respecto a la naturaleza y a la actividad misma de crear las cosas que necesitamos, es la Idea de la libertad.

Al hacer todo lo posible por actuar en solidaridad con la lucha ucraniana por la autodeterminación nacional contra la barbarie absoluta de Putin, nuestro tiempo exige dar voz a esa autodeterminación de la Idea de libertad.