Trasversales
Taras Bilous

La guerra en Ucrania, la seguridad internacional y la izquierda

Taras Bilous es historiador, activista del grupo Sotsialnyi Rukh (Movimiento Social) y editor de la revista ucraniana de izquierda Commons. Creció en la región de Donbas de Ucrania.

Original en inglés:

https://newpol.org/the-war-in-ukraine-international-security-and-the-left/


Revista Trasversales número 58 junio 2022 web

Textos del autor en Trasversales


"La invasión rusa de Ucrania no tiene justificación, pero la OTAN…". Es difícil describir las emociones que yo y más socialistas ucranianos sentimos sobre este "pero" cuando aparece en declaraciones y artículos de muchos izquierdistas occidentales. Desafortunadamente, a menudo le siguen intentos de presentar la invasión rusa como una reacción defensiva a la "expansión agresiva de la OTAN" y, por lo tanto, de trasladar gran parte de la responsabilidad de la invasión a Occidente.

Un ejemplo de esto es el editorial de Susan Watkins en New Left Review en el que ella denomina "guerra de Rusia contra la OTAN" a la invasión rusa de un país que no es miembro de la OTAN y que es muy poco probable que llegue a serlo; pero esto es negar efectivamente la subjetividad de Ucrania. Además, Watkins argumenta que Biden "sin duda podría haber evitado una invasión si hubiera estado dispuesto a negociar un acuerdo serio sobre fronteras militares".

Tal posición ha recibido críticas de personas de izquierdas del Europa del Este, en particular Jan Smolenski y Jan Dutkiewicz, que señalan que los estados de Europa del Este que se unieron a la OTAN lo hicieron voluntariamente, con el apoyo de la mayoría de sus poblaciones, y lo hicieron por sus propias inquietudes, generalmente ignoradas por los críticos de la ampliación de la OTAN.

Dado que estos aspectos son a menudo un obstáculo en las discusiones de la izquierda sobre la guerra en Ucrania, examinémoslos con más detalle, especialmente porque, en mi opinión, también son importantes para dar forma a la estrategia de izquierda en temas de seguridad internacional.


Finlandización

¿Se podría haber evitado esta guerra acordando que Ucrania no se uniría a la OTAN? Cualquier respuesta seria a esta pregunta debe tener en cuenta el hecho de que en el período previo a la guerra el Kremlin exigió mucho más que eso. En particular, el borrador de propuesta de tratado entre Rusia y Estados Unidos, publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia el 17 de diciembre, incluía una cláusula que establecía que Estados Unidos no desarrollaría una cooperación militar bilateral con estados que anteriormente formaban parte de laURSS y que no eran miembros de la OTAN (Artículo 4), refiriéndose a Ucrania, Georgia y Moldavia.

Algunos lectores pueden suponer que esta cláusula estaba en los borradores para que hubiera margen de cesión durante las negociaciones, pero hay buenas razones para dudarlo. Poco antes de que aparecieran dichos borradores, Dmitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú, y Alexander Baunov, miembro del mismo centro, escribieron que para las élites de Moscú la cooperación militar estrecha entre Ucrania y Estados Unidos se había vuelto tan inaceptable como la adhesión de Ucrania a la OTAN.

Por lo tanto, aunque los medios a menudo redujeron las demandas de Rusia a la neutralidad de Ucrania, estas en realidad fueron más duras. El estatus de los estados europeos neutrales, en particular Suiza, Austria, Suecia y Finlandia, no les impide cooperar con Estados Unidos en cuanto a armamento. Todos estos estados también participan en el programa Partnership for Peace de la OTAN. La cooperación militar entre Ucrania y Estados Unidos comenzó cuando Ucrania declaró que no se integraría en ningún bloque. Ucrania y EEUU firmaron un tratado de cooperación militar en 1993 y organizaron las maniobras militares internacionales Sea Breeze desde 1997, en las que Rusia participó en 1998.

Desde 2014, la cooperación militar con Estados Unidos y la OTAN fue un factor importante en la modernización del ejército ucraniano. Sin ella, la resistencia ucraniana a la invasión rusa habría sido significativamente menos efectiva. Si esta cooperación hubiera cesado por pedirlo Rusia, Ucrania habría tenido menos garantías de seguridad y, por lo tanto, el gobierno ucraniano podría haberse visto obligado a aceptar otras demandas rusas. En ese sentido, el término "finlandización", utilizado por muchos autores, describe mejor la esencia de las exigencias rusas. Durante la Guerra Fría, Finlandia no solo no se unió a la OTAN, sino que también tuvo en cuenta numerosos "deseos" de los líderes soviéticos, en particular rechazando el Plan Marshall y extraditando a todos los fugitivos de la URSS (además, el Tratado Finlandia-URSS de 1948 preveía la cooperación militar entre Finlandia y la URSS en caso de un ataque a la URSS a través de Finlandia).

Finlandia siguió esta política tras su derrota en la guerra, en la que se alió con la Alemania nazi. Al darse cuenta de que el liderazgo soviético podría convertir a Finlandia en otro país satélite si así lo deseaba, pensaron que aceptar ciertas restricciones a cambio de mantener su sistema político y su soberanía era una solución racional para los finlandeses. Pero, por otra parte, antes de la actual guerra Ucrania no estaba en tal situación y la mayoría de la población no estaba de acuerdo con las demandas rusas.

La diferencia entre la "finlandización" original y la situación en vísperas de la invasión rusa de Ucrania es obvia. La política finlandesa de neutralidad y de consideración de los intereses soviéticos se basó en acuerdos entre Finlandia y la URSS, mientras que en Ucrania el Kremlin quería negociar con Estados Unidos y la OTAN. En ese momento, el Kremlin aparentemente había perdido la esperanza de que fuera posible obligar a las autoridades ucranianas a cumplir con las demandas rusas, o de que las fuerzas pro-rusas llegaran al poder en Ucrania. Por tanto, el Kremlin decidió, en contra de los deseos del pueblo de Ucrania, negociar el futuro de Ucrania con aquellos a quienes consideraba los "amos" del poder.

Cabe señalar que el Kremlin puede haber necesitado utilizar los borradores de los tratados para legitimar su invasión, no como un último intento de negociación. No sabemos exactamente cuándo Putin tomó la decisión de invadir, y solo podremos decirlo con certeza una vez que se abran los archivos del Kremlin. Pero podemos evaluar la información disponible. La esencia de las propuestas rusas era prácticamente la división de Europa en esferas de influencia entre Rusia y EEUU. No sé si Susan Watkins entiende esto, pero es lo que realmente apoyaba en su ensayo de New Left Review, al escribir "Al pedir un compromiso estable sobre las fronteras militares, el Kremlin cuenta con un buen argumento".


La crisis de los misiles en Cuba

Imagínense: una revolución nacionalista tiene lugar en un país cercano a un estado imperialista que considera ese territorio como dentro de su esfera de influencia. El estado imperialista intenta evitar la pérdida de influencia sobre la política del primer país, usando la fuerza bruta y en connivencia con los opositores a la revolución. Un gobierno posrevolucionario considera una alianza con una superpotencia rival como una garantía de seguridad. Surge la amenaza de guerra nuclear. Esta es una historia no solo sobre Ucrania, sino también sobre otro país con el que muchos autores, incluido el mencionado Dmitri Trenin, han comparado a Ucrania: Cuba.

Por supuesto, hay muchas diferencias entre esos dos casos. El carácter ideológico y de clase de las revoluciones y de las superpotencias fue muy diferente. Pero en lo que se refiere a la seguridad internacional, estas diferencias no son decisivas. La Crisis de los Misiles Cubanos es de hecho una buena analogía para la agresión rusa contra Ucrania, así que veámosla un poco más de cerca.

La Crisis de los Misiles Cubanos surgió del despliegue de misiles nucleares soviéticos en Cuba y terminó con su desmantelamiento a cambio de garantías estadounidenses de no agresión contra Cuba y de retirada de los misiles estadounidenses de Turquía. ¿Cesó después de eso la cooperación militar entre Cuba y la URSS? No. ¿Se retiraron de Cuba las tropas soviéticas (que el gobierno cubano veía como una garantía de su seguridad)? No.

En Ucrania, por otro lado, no hay misiles estadounidenses con ojivas nucleares. Incluso la participación en la OTAN no implica necesariamente el despliegue de misiles; en ese sentido, es bastante revelador el ejemplo de Noruega, que fue el único país de la OTAN que compartió frontera con la URSS durante la Guerra Fría y que, por lo tanto, desconfiaba de colocar misiles en su territorio.

Además, EEUU, al tiempo que rechaza la oposición de Rusia a la ampliación de la OTAN, ha ofrecido nuevos acuerdos para el control de armas. Según Alexei Arbatov, miembro de la Academia Rusa de Ciencias y destacado experto ruso en temas de seguridad y desarme, hasta hace poco estas propuestas también fueron presentadas por Rusia y eran de gran interés en términos de alivio de las tensiones y fortalecimiento de la seguridad europea. Sin embargo, esta vez el liderazgo ruso las descartó como "secundarias".

El presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, dio garantías de no agresión contra Cuba y acordó retirar los misiles estadounidenses de Turquía. De esta forma, demostró que su principal preocupación en este caso era la seguridad. Ahora, el presidente ruso Vladimir Putin ha rechazado la oferta estadounidense e ido a la guerra. Al hacerlo, demostró que su principal preocupación no era la seguridad, sino su deseo de que Ucrania volviera al control ruso, o de al menos conquistar nuevos territorios ucranianos. De hecho, la cautela que los estados occidentales han mostrado hacia Rusia incluso después de que comenzara la invasión a gran escala muestra la falta de sinceridad de las preocupaciones por la seguridad rusa. Rusia tiene la mejor garantía de seguridad: las armas nucleares. El propio Kremlin nunca se cansa de recordárnoslo.

Con respecto a Ucrania, ¿y si Estados Unidos hubiera hecho grandes concesiones a Rusia? ¿cuáles serían? En el período previo a la invasión hubo numerosas declaraciones de que la adhesión de Ucrania a la OTAN no estaba en la agenda. El más franco fue el exsecretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer: "Todo el mundo, incluido Putin, sabe que Ucrania no se convertirá en miembro de la OTAN en un futuro probable o improbable. Ya es un país colchón entre dos potencias. Es algo que no dirá el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg; su posición no lo permitirá. Pero yo puedo decirlo". Sin embargo, el Kremlin exigió una garantía. El viceministro de Relaciones Exteriores, Sergei Ryabkov, respondió por primera vez a la idea de una moratoria temporal sobre la expansión de la OTAN diciendo que era inaceptable para Rusia, y el propio Putin la criticó unos días antes de la invasión.

Lo más probable es que el Kremlin solo se hubiera satisfecho con el cumplimiento total de sus demandas. Pero, ¿qué significaría eso para Ucrania? En vísperas de la invasión, las cosas no iban bien para Zelenski, ahora una super-estrella política. Sus índices de popularidad caían, mientras que los de su principal rival, el expresidente Poroshenko, subían. Si Estados Unidos hubiera aceptado las demandas de Rusia,eso habría exacerbado enormemente la situación. Y si el gobierno ucraniano, habiendo perdido el apoyo de EEUU, hubiera cumplido alguna de las demandas del Kremlin, se habría garantizado que eso llevaría a una crisis política y a una escalada de violencia. Es muy posible que esto hubiera creado mejores condiciones para la invasión de las tropas rusas como "mantenedores de la paz". En tal caso, la realidad de Ucrania habría sido mucho peor de lo que lo es ahora.

No estoy afirmando que en los últimos meses antes de la invasión, Occidente y/o Ucrania no pudieran haber evitado la guerra. Pero un examen serio de esta posibilidad requiere un análisis más profundo y acceso a los archivos del Kremlin. Creo que esta será una pregunta interesante para los futuros historiadores. Mientras tanto, esos izquierdistas occidentales, tan ansiosos por criticar a Estados Unidos por lo que hizo Rusia, deberían abstenerse de afirmar que Washington simplemente debería haber cumplido con las demandas rusas. Después de todo, un solo hombre. Vladimir Putin, podría haber evitado fácilmente la guerra: bastaba con que no hubiera dado la orden de iniciar la invasión.


Expansión de la OTAN

Afortunadamente, sobre la cuestión de la expansión de la OTAN los historiadores ya han dado una respuesta convincente. Uno de los mejores análisis publicados hasta ahora es el libro de Mary Elise Sarotte Not One Inch: America, Russia, and the Making of Post-Cold War Stalemate. Sarotte hace un buen trabajo al demostrar que la política de puertas abiertas de la OTAN ha socavado la cooperación entre Estados Unidos y Rusia en el control de armas y la formación de un sistema de seguridad internacional más amplio. La expansión de la OTAN favoreció a los revanchistas y halcones rusos y enterró las perspectivas políticas de los liberales que abogaban por una cooperación más estrecha con Occidente, como el ministro de Relaciones Exteriores, Andrei Kozyrev.

En este sentido, el crecimiento de la OTAN creó condiciones favorables para el estallido de la guerra. Pero también es importante cómo y por qué sucedió. Tony Wood, en un artículo en New Left Review, escribe que "el surgimiento de un nacionalismo ruso cada vez más asertivo y militarizado está muy enredado con ese proceso [la expansión de la OTAN], porque en gran parte le impulsó y reforzó". Pero lo que Wood no se pregunta es por qué la expansión de la OTAN ha provocado tal reacción. En mi opinión, la respuesta se puede encontrar fácilmente en el libro de Sarotte, al que Wood se refiere repetidamente.

¿Fue una reacción al hecho de que se descuidaron las preocupaciones legítimas de seguridad de Rusia, como han afirmado muchos autores? Creo que no. En serio, ¿cómo podría la adhesión de la República Checa y Hungría a la OTAN crear una situación amenazante para Rusia? Basta con mirar el mapa para dar la respuesta obvia: de ninguna manera. Entonces, ¿por qué su adhesión a la OTAN fue percibida negativamente en el Kremlin? Por que recientemente pertenecieron a la zona de influencia soviética. Y también por que su adhesión formaba parte de la formación de un nuevo orden internacional en el que Rusia ya no tenía el estatus de superpotencia a la altura de Estados Unidos.

Fue la nostalgia por un imperio perdido lo que provocó sentimientos revanchistas. En el libro de Sarotte esto se ve repetidamente, por ejemplo cuando Yeltsin exigió un estatus especial para Rusia en el marco del programa Partnership for Peace (PfP), sobre la base de que Rusia era un "gran país con un gran ejército y armas nucleares" (p. 190). Y, los europeos del Este, después de todo, podían ver estas emociones de los rusos con sus propios ojos. Por tanto, en lugar de hablar del surgimiento del nacionalismo ruso, como hace Tony Wood, en mi opinión es más adecuado hablar de la transformación del chovinismo de gran potencia rusa como reacción al crecimiento de la OTAN. Cuando quedó claro que Rusia no ocuparía una posición tan privilegiada en el nuevo orden internacional como querían las élites rusas, hubo un deseo creciente entre ellas de reconsiderar este orden.

El libro de Sarotte también muestra que, hasta cierto punto, EEUU trató de adaptarse a los sentimientos rusos para no obstruir la formación de un orden internacional más seguro. En particular, esto se manifestó en el programa PfP, que fue diseñado para garantizar que las adhesiones a la OTAN no sucedieran demasiado rápido pero que pudiera haber pasos intermedios. En particular, en palabras del presidente Bill Clinton, "Ucrania es el eje de toda la idea [PfP]" (p. 188). En la década de 1990, era obvio para todos que Ucrania no podía unirse a la OTAN. El ingreso de Ucrania en la OTAN era una línea roja principal para Moscú, dado su chovinismo de gran potencia y el papel especial que Ucrania juega en la mitología nacional rusa.

Según Sarotte, Ucrania medió para que los gobiernos de Europa del Este que querían que sus países se unieran a la OTAN aceptasen el compromiso de participar en el programa PfP. Pero los acontecimientos en Rusia, como el golpe antiparlamentario de Yeltsin en 1993 y la guerra en Chechenia, empujaron cada vez más a los estados de Europa del Este a presionar a Estados Unidos para que les permitiera unirse a la OTAN. Se las arreglaron para que se ampliase el artículo dándoles protección frente a una posible agresión armada de Rusia. Pero el resultado fue una nueva línea divisoria en Europa que separó a Ucrania de sus vecinos occidentales. Los países que estaban menos amenazados por la agresión rusa quedaron mejor protegidos, mientras que Ucrania, para la que la amenaza era mayor, se encontró en una "zona gris". Por eso, en diciembre de 1994, tras la publicación del comunicado sobre la política de puertas abiertas de la OTAN, Kiev se puso nerviosa, mientras que Moscú se enfureció (p. 201).

Otra consecuencia negativa de la ampliación de la OTAN fue que nunca llegó a completarse el proceso de transformación de la CSCE/OSCE, una conferencia para el diálogo Este-Oeste creada en la década de 1970, en una organización internacional. La decisión de Estados Unidos de hacer de la OTAN la piedra angular de la seguridad en Europa ­hizo irrelevante el fortalecimiento de la OSCE. Si la política de puertas abiertas de la OTAN hubiera comenzado al menos unos años después, habría brindado la oportunidad de convertir la OSCE en una organización más eficaz.

Después del comienzo de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, la OSCE se convirtió en una organización completamente irrelevante y probablemente muerta. Pero esto no debe impedirnos buscar alternativas al desarrollo del sistema de seguridad internacional. La Misión Especial de Vigilancia de la OSCE había desempeñado un papel importante en la resolución de la guerra en Donbass. Pero su influencia podría haber sido mucho mayor si se hubiera ampliado su mandato. Ucrania exigió esto constantemente, pero, gracias al sistema de toma de decisiones por consenso en la OSCE, Rusia bloqueó constantemente esta decisión. Así, el Kremlin saboteó la implementación del punto 4 del Protocolo de Minsk, que preveía el monitoreo por parte de la misión de la OSCE de todo el tramo de la frontera entre Ucrania y Rusia en la zona de combate (y no solo en los dos puntos de control fronterizos que Rusia permitió hasta otoño 2021).


La OTAN y la OTSC

Antes de pasar a los resultados, analicemos un poco más las actitudes hacia las alianzas militares. Podría ayudar comparar a la OTAN con su contraparte rusa, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), establecida en 1992.

En primer lugar, es posible argumentar que la OTAN es un fenómeno contradictorio, que por un lado sirve de tapadera al imperialismo estadounidense y, por otro lado, es un instrumento de protección para muchos países más pequeños. De la misma manera, la OTSC es una tapadera para el imperialismo ruso y se utilizó recientemente para reprimir un levantamiento popular en Kazajistán, pero sirve como protección para una Armenia relativamente democrática. Reconocer estos hechos no te convierte en fanático del imperialismo estadounidense o ruso.

En segundo lugar, Susan Watkins escribe que la OTAN demostró ser "prescindible" para invadir Irak, pero no dice que fue así debido a la resistencia francesa y alemana. También es revelador que Kazajistán se negara a enviar sus tropas a Ucrania, a pesar de que la invasión comenzó un mes y medio después de que el Kremlin ayudara a reprimir el levantamiento en Kazajistán. Pero así como esto no fue un obstáculo insuperable para los Estados Unidos al invadir Irak, pues creó una Fuerza Multinacional pasando de la OTAN, para Rusia la negativa de Kazajistán no impidió que lanzara la invasión de Ucrania. No debe olvidarse que el problema clave en ambos casos es el imperialismo (estadounidense o ruso), no la OTAN o la OTSC.

Tercero, debemos dejar de identificar todas las acciones militares de los países miembros de alianzas militares con las acciones de estas alianzas militares. No es la OTAN como organización la que ahora está llevando a cabo una operación militar en el norte de Siria, es Turquía. Y el problema aquí es la hostilidad turca hacia los kurdos, no la OTAN. Asimismo, si Turquía ataca a Grecia, no es la OTAN atacando a uno de sus miembros. Además, no es la OTSC la que ahora está en guerra contra Ucrania, sino Rusia con la ayuda de Bielorrusia. Afortunadamente, Kazajistán y Armenia no están involucrados en la guerra.

Además, no se debería identificar a la OTAN con "Occidente" como hizo Susan Watkins al declarar que "La OTAN ganó la Guerra Fría sin disparar un solo tiro". Pero no fue la OTAN la que ganó la Guerra Fría, fue Occidente disparando bastantes tiros. La OTAN solo es una de las herramientas. No es de extrañar que un grupo de estados, algunos de los cuales tenían una política neocolonial agresiva, tuvieran también entre sus múltiples instrumentos una alianza defensiva, cuyas funciones cambiaron solo después de que este grupo de estados ganara la Guerra Fría.

En cuarto lugar, EEUU y Rusia pueden prescindir de la OTAN y la OTSC para sus políticas imperialistas, pero no existe una alternativa de defensa para los estados de Europa del Este y Armenia. Y si no se puede ofrecer una alternativa a las personas de los países que buscan protección en tales estructuras, es mejor no instarles a que renuncien a dicha protección.


Un esbozo de estrategia de izquierda para la seguridad internacional

Las decisiones tomadas en las décadas de 1990 y 2000 ya se han convertido en historia y el pasado no se puede recuperar. Centrarse ahora en estos errores es lo mismo que criticar en 1939 el Tratado de Versalles, cuando ya había perdido relevancia. Lo que se necesita ahora son soluciones concretas que puedan acelerar la derrota de Rusia y hacer del mundo de hoy un lugar más seguro. Por otro lado, al igual que con el Tratado de Versalles, los viejos errores pueden brindar lecciones para dar forma a la política de posguerra.

¿La expansión de la OTAN tuvo un impacto en el estallido de esta guerra? Sí. Pero hay maneras muy diferentes de hablar de esto. Cuando los izquierdistas y los "realistas" dicen que la expansión de la OTAN "provocó" a Rusia, están diciendo que, en cierta medida, la invasión rusa estuvo al menos parcialmente justificada, aunque lo nieguen. Watkins hace lo mismo, argumentando que la invasión rusa "no ha ocurrido sin mediar provocación". Es lo mismo que decir que la Revolución cubana y la cooperación del gobierno de Fidel Castro con la URSS provocaron a Estados Unidos. Por supuesto, decirlo no es un problema para los "realistas", pero ¿quién en la izquierda justificaría de esta manera la política agresiva de EEUU hacia Cuba?

El hecho de que la Revolución cubana fuera más progresista que el Maidan ucraniano no es excusa para tal doble rasero. Si algún estado imperialista vio una revolución en su esfera de influencia como una amenaza para sí mismo y un "mal ejemplo" para otros países en su esfera, los socialistas no deberían usar el hecho de que esta revolución fuera apoyada por una superpotencia rival para condenar la revolución. También cabe señalar que esto se aplica no solo al Maidan de 2013-2014, sino también a la Revolución Naranja de Ucrania de 2004. Fue después de este último acontecimiento, unos años antes de la Cumbre de Bucarest de la OTAN, cuya declaración proclamó que Georgia y Ucrania "se convertirán en miembros de la OTAN”, cuando hubo un notable "corrimiento de tierras" de tierra en la política rusa, lo que indica que la élite rusa vio los acontecimientos en Ucrania como una amenaza para ella.

La comparación con Cuba también nos dice que debemos tratar preocupaciones diferentes de manera diferente. El despliegue de misiles nucleares cerca de las fronteras de un país y la entrada de un país vecino en un bloque militar o la cooperación militar con un estado rival son cosas de orden diferente. Deberíamos apoyar y pedir restricciones mutuas en el despliegue de armas nucleares (y para el desarme nuclear global en general). Pero a veces la única alternativa real a la cooperación militar con un estado imperialista contra otro es la subyugación total por una potencia imperial agresiva. Los habitantes privilegiados de los países occidentales, que no tienen que preocuparse de que su país pueda ser conquistado por Rusia, no tienen ningún derecho moral para criticar a quienes buscan protección en cooperación con esos estados occidentales. Y si uno critica cualquier cooperación militar, entonces la crítica no debería convertirse en apoyo a la división de Europa o del mundo en esferas de influencia.

¿Significa esto que la izquierda debería haber apoyado la expansión de la OTAN? No. Jan Smolenski y Jan Dutkiewicz argumentaron que una crítica intelectualmente honesta de la expansión de la OTAN conduciría a una crítica de los políticos y votantes de Europa del Este que han abrazado los ideales de democracia y autodeterminación nacional. Pero no es así. Las democracias de Europa del Este tenían el derecho soberano de tomar la decisión que consideraran mejor para su seguridad. Pero el ingreso de un país en una organización internacional depende de la decisión de ambas partes. Y EEUU debió de tomar una decisión que garantizase mejor la seguridad no solo de los estados que se unieron a la OTAN, sino también de los que no se unieron a la OTAN. La incorporación de países a la OTAN puede haber aumentado su seguridad, al tiempo que perjudicó la de Ucrania. Desde esta perspectiva, la rápida transición a la política de puertas abiertas de la OTAN fue inapropiada.

Como señalaron Mary Sarotte y el historiador ucraniano Serhii Plokhy en un artículo conjunto, en la década de 1990 EEUU tenía una oportunidad mucho mejor y mucho menos costosa para resolver el problema de Ucrania. Primero, podrían haber dado más prioridad al desarrollo del programa Partnership for Peace que a la rápida expansión de la OTAN. En segundo lugar, podrían haber dado a Ucrania garantías de seguridad efectivas en el Memorándum de Budapest de 1994. Ucrania exigió esto en ese momento, pero bajo la presión de Estados Unidos y Rusia el gobierno ucraniano se vio obligado a aceptar un papel sin valor. No dar tales garantías a cambio de las armas nucleares entregadas fue un terrible error que, a la larga, asestó un golpe al desarme nuclear aún mayor que la expansión de la OTAN.

Sin embargo, eso pertenece al pasado. ¿Qué conclusiones se pueden sacar mirando al futuro sobre la manera en que la izquierda puede enfocar la seguridad internacional? Para la izquierda de Europa Occidental de las últimas décadas, si había alguna alternativa a la OTAN, era la idea de un sistema de seguridad internacional común que abarcaría "a Occidente" y al "Este" después del final de la Guerra Fría. Pero si tenía sentido en la década de 1990, ya parecía poco realista después de 2008 y más aún después de 2014. Sin embargo, por alguna razón, estos izquierdistas ignoraron obstinadamente el hecho de que Rusia, que a principios de la década de 1990 abogó por un mayor papel para la OSCE, posteriormente se convirtió en el principal opositor a la reforma y fortalecimiento de la OSCE. Otra parte de la izquierda europea, en particular la alianza de izquierda polaca Lewica, propone un sistema de seguridad europeo como alternativa a la OTAN: un ejército común, un escudo de defensa antimisiles, una política energética, etc. Tal sistema ayudaría a los miembros de la UE pero no a los que están fuera de la UE. Por el contrario, este proyecto lleva consigo amenazas de "Europa Fortaleza" (lo mismo podría decirse de la idea anterior). Por lo tanto, se debe dar prioridad a un sistema de seguridad global.

En la reciente Declaración de Atenas, Jeremy Corbin, Yanis Varoufakis y Ece Temelkuran dijeron que "la paz duradera solo se puede lograr reemplazando todos los bloques militares con un marco de seguridad internacional inclusivo". Es difícil no estar de acuerdo con esto, pero no ofrecieron formas de crear dicho marco. Al mismo tiempo, ya existe un sistema que se ajusta a su descripción, aunque realiza sus funciones de manera ineficiente: la ONU. Sé que muchos se muestran escépticos ante la idea de las Naciones Unidas. Pero hasta ahora no he visto a ninguno de los críticos sugerir una mejor alternativa. Y en lugar de buscar excusas para la inacción, debemos buscar posibles formas de impulsar los cambios. ¿Qué es más utópico: reformar la ONU o crear desde cero un sistema similar que uniría a los países del Sur Global y el Norte Global? ¿Que sería más efectivo?

Desafortunadamente, incluso después de la declaración de Zelenski en la reunión del Consejo de Seguridad sobre la necesidad de reformar la ONU, la única respuesta que he visto en los medios de izquierda es una explicación de por qué esto es imposible.

Pero este artículo de Jon Schwarz es revelador por lo que nunca menciona: la resolución Uniting for Uniting for Peace [noviembre 1950] como una alternativa a la necesidad de unanimidad en el Consejo de Seguridad. Esta resolución demuestra que la reforma no es tan imposible. Si el Consejo realmente no puede ser reformado, deberá ser soslayado. De hecho, mientras escribía este artículo, se dio un paso en esta dirección: la Asamblea General, por iniciativa de Liechtenstein, adoptó una resolución que prevé una sesión de emergencia de la Asamblea General cuando un miembro del Consejo de Seguridad utilice su derecho de veto.

Tenemos por delante la perspectiva de una confrontación cada vez mayor entre EEUU y China. Y en este conflicto la izquierda internacional no debe repetir los errores que gran parte de ella ha cometido con Rusia. Puede que a China no le importe compartir esferas de influencia con EEUU, pero esto no es algo que la izquierda deba apoyar. En lugar de preocuparnos por considerar los intereses de China, como muchos izquierdistas se han preocupado por considerar los intereses de Rusia, deberíamos pensar en cómo proteger a los pequeños estados de la dominación de todos los estados imperialistas. En particular, la izquierda internacional debería pensar en cómo proteger a Taiwán sin permitir la guerra, no en cómo obligar a Taiwán a someterse a la República Popular China (el hecho de que Taiwán no sea miembro de la ONU es un problema a resolver, no una razón para no defender a Taiwán).

Algunos autores de izquierda han señalado que la población de los estados que se abstuvieron durante la votación de la Asamblea General de la ONU sobre la agresión rusa contra Ucrania es casi la mitad de la población mundial. Pero sugerir que esto representa la posición de la mitad de la humanidad es ignorar al imperialismo chino y al gobierno de extrema derecha indio. Desde mi punto de vista, más importante fue la observación de Barbara Crossette de que los estados pequeños, en particular los vecinos de India, han apoyado predominantemente a Ucrania. Obviamente, se sentían amenazados por las grandes potencias vecinas.

No necesitamos idealizar a la ONU en absoluto. Hasta ahora, es realmente un instrumento ineficaz. E incluso sin el problema del poder de veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, existen otros problemas serios con la Carta de la ONU. Como bien ha señalado Darrel Moellendorf, el principio de la igualdad soberana de los estados bajo la Carta de la ONU significa en la práctica no oponerse a las incursiones armadas en el territorio de otros estados por invitación del gobierno oficial de ese estado para reprimir la revolución, pero oponerse al apoyo de los estados a los movimientos revolucionarios en otros estados. Esto contradice las ideas del internacionalismo socialista. Y en este sentido, aquellos izquierdistas que justificaron la invasión rusa de Siria refiriéndose a la legitimidad de esta invasión en realidad han traicionado los principios socialistas.

A pesar de todas sus deficiencias, por ahora la ONU es la única alternativa real a las alianzas militares para proteger a los países más débiles de la subyugación de vecinos más fuertes, y es el instrumento más prometedor para democratizar el orden internacional y aumentar la influencia de los estados pequeños y más pobres.

Como escribí en otro artículo, el que ahora Rusia esté invadiendo Ucrania quizás haya provocado que exista una posibilidad real de reforma, por primera vez en todos los años de existencia de la ONU. En décadas pasadas, esto era casi imposible, y en unos años la confrontación entre China y Estados Unidos puede volverse tan aguda que vuelva a ser imposible. Por lo tanto, tenemos que actuar ahora. Y la mayor responsabilidad la tiene la izquierda que reside en los países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

PS. Observación metodológica. En su artículo, Susan Watkins acusó a la prensa de "contorsiones casuísticas". Al usar la palabra en este sentido, sigue la tradición establecida por las Lettres provinciales de Blaise Pascal, que criticaba duramente la casuística jesuita. Pero, de hecho, la casuística católica como método de razonamiento práctico no fue un fenómeno tan negativo. Por cierto, este año Verso Books publicó una obra de Carlo Ginzburg sobre Pascal, Maquiavelo y la casuística. En un sentido más amplio, la casuística es inherente a muchas tradiciones culturales. Y en las últimas décadas la casuística ha renacido y ha sido rehabilitada en la filosofía moral. Así que, para evitar acusaciones de casuística, diré de inmediato que mi enfoque en este artículo es casuístico, en el buen sentido.

24 de mayo de 2022