Trasversales
Denys Bondar y Zakhar Popovych

La visión de izquierda sobre las perspectivas de negociaciones de paz


Revista Trasversales, número 61, diciembre 2022 web



Recientemente, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, declaró que las negociaciones para poner fin a la guerra solo podrían ser públicas. Ante esto, el secretario de prensa de Putin solo pudo murmurar que ni siquiera podía imaginar tal cosa porque, según él, las negociaciones públicas no existen en absoluto. Este es un valioso reconocimiento de que para el actual gobierno ruso las negociaciones solo pueden tener lugar en un contexto en el que sigan acumulándose mentiras, lo que parece ser la base de la estrategia de comunicación pública del régimen de Putin.

Un excelente ejemplo de esta actividad fue la producción durante años de numerosas versiones conspirativas inverosímiles pero impresionantes sobre el asesinato de 298 personas cuando el vuelo MH17 explotó en los cielos de Ucrania el 17 de julio de 2014. En base a los resultados del proceso abierto, el tribunal holandés estableció que el crimen se cometió con el sistema antiaéreo Buk, introducido ilegalmente en Ucrania por los rusos. Pero, por supuesto, los dirigentes rusos ya han rechazado este fallo judicial. Los propagandistas rusos se están preparando para cubrir sus huellas y brindar una oportunidad de autojustificación a aquellos que desean seguir siendo engañados.

Zelenski, por su parte, ha declarado que deseaba que las conversaciones sobre posibles soluciones sean públicas y no se desarrollen a puerta cerrada.


¿Qué ofrece realmente el régimen de Putin?

La guerra ha habierto de manera muy convincente los ojos de los ucranianos respecto a lo que es el moderno estado ruso, y también destruyó toda confianza en él. Todas las guerras terminan, por supuesto, en negociaciones. Ucrania siempre ha dejado claro que no tiene intención de causar daño a Moscú ni de exigir una rendición total e incondicional. Además, la retirada voluntaria de las tropas rusas salvaría muchas vidas entre la población militar y civil ucraniana. ¿Es de eso de lo que Putin quiere hablar? Entonces, ¿por qué no lo dice públicamente?

Lo más probable es que las autoridades rusas vuelvan a intentar encontrar otra combinación de mentiras y manipulaciones para ganar tiempo y calmar a la población apolítica del país, inquieta ante la movilización parcial llevada a cabo. Pero, a pesar de esto, se puede especular que ciertos compromisos podrían favorecer a Ucrania en determinadas circunstancias. Ahora bien, cualquier compromiso solo es posible si hay razones para creer que se respetará el acuerdo. Y no hay ninguna confianza en las élites gobernantes de la Federación Rusa. Estas mismas personas ya han firmado pactos de ese tipo, incluido el Memorándum de Budapest de 1994. Incluso durante el último año hicieron promesas rápidamente rotas: en febrero, Putin prometió que no habría invasión de Ucrania. En septiembre, declaró que no habría una movilización en la Federación Rusa. Recientemente, Putin prometió que "Rusia está en Jerson para quedarse siempre". Solo en este último caso las mentiras de Putin pueden justificarse por circunstancias fuera de su control: las Fuerzas Armadas de Ucrania.


¿Qué quieren los ucranianos?

Actualmente, los ucranianos confían en su estado. Según una encuesta realizada por el grupo sociológico Rating, en medio de una intensa guerra, la proporción de personas que piensan que el país va en la dirección correcta aumentó del 10-20% durante la última década al 70-80%. Esa proporción, hasta ahora, solo había superado el 30% durante el Euromaidan y durante un breve período tras la elección de Zelenski, cuando sus esfuerzos para lograr un final estable de la guerra en Donbas parecían tener éxito. Actualmente, existe un consenso en la sociedad ucraniana de que para lograr la paz es necesario expulsar al ejército ruso del país (destruyendo su ejército si es posible) y "desmilitarizar" la Federación Rusa, al menos hasta el punto de que pueda no bombardear más apacibles ciudades ucranianas ni chantajearnos privándonos de electricidad, agua y calefacción. Esto es lo que los ucranianos consideran un movimiento en la dirección correcta. Todo lo demás se percibe como una desviación de la trayectoria.

Al mismo tiempo, según el Instituto de Sociología de Kiev, el porcentaje de personas que creen que Ucrania puede aceptar ciertas concesiones territoriales para lograr la paz ha disminuido del 10% al 7% en los últimos cinco meses. Según los últimos datos disponibles, el 87% de la población no quiere hacer ninguna concesión territorial a la Federación Rusa. Y lo más relevante es que la abrumadora mayoría de las personas encuestadas en todas las regiones de Ucrania, incluidos el oeste, el este y el sur, rechazan la posibilidad de concesiones territoriales para lograr la paz.

Además, los representantes de todos los principales grupos étnicos y lingüísticos también comparten esta opinión. Incluso entre los ciudadanos ucranianos que se identifican como "rusófonos" el 57% se opone a hacer concesiones territoriales al régimen de Putin.

El inicio de los ataques generalizados con misiles contra las centrales eléctricas y los consiguientes apagones solo parecen servir para reforzar la opinión de que las negociaciones con los rusos siguen siendo inútiles. Aunque las encuestas sociológicas realizadas durante la guerra pueden ser imprecisas, muestran adecuadamente las principales tendencias en la evolución de la opinión pública.


¿Cuándo aceptarán los ucranianos negociar?

Aquellas personas que en los Estados Unidos, en los países europeos y en el resto del mundo quieren que comiencen las negociaciones de paz deberían al menos obtener el fin inmediato de la destrucción de la infraestructura crítica de Ucrania por parte de los misiles rusos y la restauración de un suministro regular de electricidad y calefacción a la población. Para conseguir eso es necesario introducir sanciones más estrictas contra Rusia, lo que reducirá su capacidad para producir tales misiles, y dotar a Ucrania de sistemas de defensa aérea y antimisiles más efectivos, reduciendo así la efectividad de los ataques rusos.

Valdría la pena convencer a los gobiernos de todo el mundo de que dejen de comprar petróleo y gas rusos y de que suministren a Ucrania sistemas de defensa antimisiles y al menos unos cuantos miles de transformadores eléctricos de calidad industrial para restaurar los suministros regulares de electricidad, agua y calefacción (preferiblemente con los equipos de reparación para su instalación) en vez de perder el tiempo hablando de la necesidad de convencer a Zelenski de algo. Solo si esto se hace podemos, al menos hipotéticamente, esperar que aumente el interés de Ucrania en las negociaciones de paz.

Zelenski y su partido pueden tener muchos defectos, pero claramente dependen de la opinión pública y la siguen muy de cerca. Por lo tanto, pase lo que pase, las autoridades ucranianas solo pueden aceptar negociaciones y una paz si una mayoría convincente del pueblo ucraniano las acepta. Así que sería necesario convencer a la mayoría de los ucranianos de que las negociaciones podrían tener sentido antes de convencer a Zelenski para iniciar negociaciones de paz con los rusos. La mejor manera de hacerlo es ofrecer públicamente al menos algunas propuestas claras para tales negociaciones. ¿Está Rusia lista para anular de inmediato la decisión de anexar territorios ucranianos? ¿Quiere hablar sobre la retirada de tropas? De lo contrario, será difícil explicar a los ucranianos qué se podría negociar más allá de los intercambios de prisioneros de guerra (que ya se hacen con regularidad).

Si las conversaciones de paz fueran posibles, solo tendrían la posibilidad de obtener el apoyo de la opinión pública si se llevan a cabo de manera pública. No puede excluirse que, si los rusos ofreciesen públicamente discutir un plan de paz que incluyese la retirada de las tropas rusas de Ucrania y las perspectivas de restaurar la integridad territorial del país, los ucranianos podrían aceptar tales negociaciones. Pero aún no se ha anunciado ninguna propuesta que incluya la retirada de las tropas rusas. De facto, los rusos están "ofreciendo negociaciones" solo para retrasar la contraofensiva ucraniana hasta que puedan reconstituir sus fuerzas, por lo que no parece que esas "propuestas" debierán despertar el interés de Ucrania.

Hasta ahora, por parte de los líderes de la Federación Rusa solo se escuchan públicamente la retórica bélica y las promesas de "lograr los objetivos de la operación especial" a toda costa. Lo último que escuchamos del Jefe Adjunto del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, D. Medvedev, fue una reclamación territorial sobre la ·"ciudad rusa de Kiev". Al mismo tiempo, llamó "cucarachas" a los ciudadanos de Kiev que no estaban de acuerdo con su afirmación (lo que nos sugiere asociaciones con la retórica de los organizadores del genocidio de Ruanda). Merecería, por supuesto, un artículo aparte la ideología del genocidio del pueblo ucraniano, que se ha formado e institucionalizado activamente en la Federación Rusa como una ideología de Estado, así como el rápido declive del fascismo en Ucrania en general.


¿Por qué ahora no hay negociaciones de paz?

En conclusión, la responsabilidad de que actualmente no haya negociaciones de paz recae enteramente en la Federación Rusa, que no proporciona, al menos públicamente, ninguna propuesta que la mayoría de los ucranianos pudiera siquiera aceptar hipotéticamente. Ucrania sí ha lanzado tales propuestas. Antes de los ataques masivos a la infraestructura civil ucraniana, Ucrania había anunciado públicamente propuestas en la reunión de Estambul del 29 de marzo, que incluían la retirada de las tropas rusas hasta la línea del 23 de febrero y el aplazamiento de las discusiones sobre Crimea y Donbas. Al mismo tiempo, la parte ucraniana insistió en que todas las disputas deben resolverse mediante referéndums transparentes realizados bajo la supervisión de observadores internacionales y después del regreso de todas las personas desplazadas por la fuerza.

La respuesta pública del ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov, fue que el "estatuto neutral" de Ucrania les conviene "conceptualmente" y, al mismo tiempo, no ha dicho ni una palabra sobre su voluntad de retirar las tropas. Parece que el Kremlin no considera que los referéndums difíciles de manipular sean una opción para una posible solución. Y siguen empeñados en no considerar a la población ucraniana como la entidad que tomará la decisión final. Simplemente, eso no encaja en su cabeza. Este es el principal problema desde la perspectiva de las negociaciones de paz.

No hay ninguna certidumbre de que sea juicioso llevarlas a cabo con los dirigentes rusos actuales. Tampoco la hay de que las autoridades rusas entiendan que Zelenski no puede firmar simplemente lo que le dé la gana y que ni siquiera Biden puede obligar a Zelenski a firmar un acuerdo que la mayoría de los ucranianos no aprobará.

En octubre-noviembre, algunos países mediadores presentaron propuestas para un eventual acuerdo de paz con la condición de que se retirasen las tropas rusas del sur y el este de Ucrania, incluido el Donbas, pero aplazando por siete años la cuestión del estatus de Crimea. Si Moscú estaba interesado, se le propuso que pusiera fin a los ataques con misiles contra infraestructuras críticas en Ucrania para demostrar la seriedad de sus intenciones. Rusia respondió con un ataque masivo con misiles durante la cumbre del G20.

Después de que Zelenski presentara una posible agenda de 10 puntos para las negociaciones en su discurso en la cumbre del G20 (y más aún después de que anunciara la petición de negociaciones públicas), cualquier declaración de los diplomáticos rusos sobre el deseo de negociar, sin apoyarse en propuestas públicas, puede ser claramente calificada de mentira y manipulación.

Los ucranianos quieren la paz, pero no otro "alto el fuego" que dure hasta la próxima invasión. De hecho, la campaña por la paz se está librando incluso en los principales medios de comunicación ucranianos, pero la confianza en las negociaciones de paz y en una paz duradera son imposibles sin una discusión pública de sus términos. En particular, el editor del "Pravda ucraniano", Sevgil Musaeva, un ucraniano de origen tártaro de Crimea, no rechaza las negociaciones. Aunque el aplazamiento de la decisión sobre Crimea es un tema que le preocupa en primer lugar, pide la formulación pública de condiciones de paz justas, porque si "la sociedad ucraniana no siente la justicia, cualquier acuerdo está condenado al fracaso desde el principio".

Nosotros, socialistas ucranianos, debemos asegurarnos ahora cuidadosamente de que nadie olvide que las negociaciones de paz deben ser públicas, solo públicas y solo en términos aceptables para los ucranianos. Sólo entonces podremos contar con una paz justa y duradera.



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