Trasversales
Luis M. Sáenz

Por la Paz, ¡armas para Ucrania!

Revista Trasversales número 62 febrero 2023 web

Textos del autor en Trasversales



"De vegades la pau / no és més que això: / una buida paraula / per a no dir res" (canción
Sobre la Pau, Raimon, 1967). "A veces la paz / no es más que eso / una palabra vacía / para no decir nada" (1).

I

PAZ y pacifismo son conceptos positivos, a reivindicar cuando se les usa de forme acorde a su mejor concepto. También democracia, pero Franco hablaba de "democracia orgánica" y los estados satélites de la URSS estalinista se decían "democracias populares". Toda palabra puede ser pervertida al usarla.

En septiembre 1963 el régimen franquista había ejecutado, por garrote vil, a los anarquistas Francisco Granado y Joaquín Delgado En 1964 Franco lanzó la campaña "25 años de paz". Pocos años después Raimon cantaba "De vegades la pau fa gust de mort", "A veces la paz tiene sabor a muerto"; nadie ignoraba a qué se refería . La violencia y los abusos de los poderosos no son PAZ solo porque no exista conflicto bélico."No justice, no peace".

II

El 24/2/2023 hará un año del inicio de la guerra de Putin contra Ucrania. La concentración fronteriza de tropas empezó en marzo 2021. Quienes creían que no habría invasión pecaban de ingenuidad y mala caracterización del régimen ruso.

La culpa de esta guerra recae al 100% sobre Putin y sus cómplices. Mucho puede criticarse a los gobiernos ucranianos, de EEUU o de cualquier lugar, pero la responsabilidad exclusiva de esta guerra es de Putin. Atribuirla a EEUU o a la OTAN es tan absurdo y cínico como lo sería haber culpado a Rusia de la invasión de Irak en 2003. Decir que Ucrania amenazaba a Rusia es tan increíble como decir que la isla de Granada amenazaba en 1983 a Estados Unidos. La concepción de que una potencia militar tiene derecho a tutelar a los estados vecinos sometiéndoles a vasallaje es imperial, y cuando ese derecho se atribuye a una potencia, pero no a otra, es campista.

Denominó "campistas" a quienes guían sus pensamientos y actos por su apego u odio a un campo geoestratégico o potencia estatal, sin considerar la singularidad de cada situación, las responsabilidades implicadas y las vidas de las gentes comunes. En el espacio contrario a respaldar la resistencia ucraniana se juntan los que siempre apoyarán cualquier cosa que haga Putin y los que siempre buscan culpar de todo a EEUU y a "Occidente", como para otros todo era culpa del "comunismo" y eso justificaba apoyar a Pinochet.

Lo contrario al "campismo" no es la neutralidad ante todo conflicto, como parecen creer quienes me han dicho que yo soy "campista" porque tomo partido por Ucrania. El anticampismo solidario no elude tomar partido cuando es justo hacerlo ni se excusa con que "esto es muy complejo", sino que tiene una manera diferente de decidir en cada conflicto "de qué lado estás". Tampoco justifica los crímenes de un "campo" sacando a relucir los crímenes de otros. Cada abuso merece ser denunciado por sí mismo, no como coartada para otros abusos.

Dicho esto, intentemos dialogar sobre esta guerra brutal. No será fácil con quienes niegan o atenuan la reponsabilidad de Putin en esta guerra criminal. Puede ser más eficaz con quienes condenan la guerra de Putin pero tienen dudas sobre hasta donde se puede llegar en la solidaridad con Ucrania.

III

Estar por la victoria de Putin o por la victoria de Ucrania es una brecha tan fuerte como podía serlo en 1936-1939 estar con Franco o con la resistencia popular ante su "alzamiento", aunque entendiendo que dentro de cada "lado" hay otras brechas que pueden llegar a ser igualmente intensas. En Ucrania la resistencia es popular, como en España 1936-1939, pero, como en Rusia, las corrientes socialistas, anarquistas o demócratas-radicales son muy valiosas pero minoritarias, como es natural tras décadas de opresión por el "comunismo" estalinista. Pero eso no es criterio básico para optar. Si personas o una sociedad entera sufren una agresión criminal injustificada, es indecente que la solidaridad con ellas dependa de la cercanía de su mentalidad con la nuestra.

En esta época de titulares e impactos efímeros con poco espacio a la información y a la reflexión, es posible que algunos de los "argumentos" que emanan de la esfera pro-Putin puedan confundir a personas que sinceramente condenan la invasión de Ucrania. Repasemos algunos.

- "Ucrania amenazaba con atacar a Rusia". Entre 1994 y 1996 Ucrania, entonces 3ª potencia nuclear, entregó su arsenal nuclear a Rusia, que, junto a EEUU y Reino Unido, "garantizaba" la integridad territorial y la independencia política de Ucrania, acuerdo violado por el Estado ruso en 2014. En noviembre 2021 Putin exigía que en Ucrania no hubiera "sistemas de armas que nos amenacen en las proximidades del territorio ruso", pero no los había entonces ni en febrero de 2022. Lo que sí había eran sistemas de armas amenazadoras rusas en las proximidades del territorio ucraniano. Ningún gobierno ucraniano o de países vecinos a Rusia, miembros o no de la OTAN, se planteaba "suicidarse" atacando Rusia. Ahora mismo, cuando Ucrania tendría pleno derecho de atacar territorio ruso -sea o no sensato-, el Estado ucraniano se cuida mucho de hacerlo.

- "Ucrania es el caballo de Troya de la OTAN contra Rusia", "Esta guerra es entre la OTAN y Rusia". Pero esta guerra no es querida por EEUU ni por la OTAN, a diferencia de otras. Para las élites de EEUU su rival estratégico principal son las élites chinas; para las élites europeas el peligro geoestratégico principal es la Rusia de Putin, pero no quieren una guerra con Rusia, por razones obvias. Es la guerra de Putin contra Ucrania. Gobiernos ucranianos solicitaron el ingreso en la OTAN, sin lograr más que un congelado reconocimiento como estado candidato. La OTAN no hizo gesto que indicase que ese fuera su objetivo; se negó a comprometerse a que esa entrada no se produciría, pero no hizo más que retrasarla, como la UE retrasa el acogimiento de Ucrania en ella. Ninguno de los estados ex URSS que han entrado en la OTAN o lo han solicitado tenía intenciones de atacar Rusia: buscaban protección, acertada o equivocadamente. Mucha población ucraniana era reacia a la OTAN, lo que cambió a partir de 2014 y mucho más durante esta guerra. Putin es el principal propagandista de la OTAN en el norte y este de Europa, hasta el punto de que Suecia y Finlandia han solicitado su entrada en la OTAN. Ucrania no era ni es miembro de la OTAN. Ahora bien, si lo fuese eso no justificaría que Rusia lance una guerra criminal contra Ucrania; ¿acaso el que Biolorrusia -fronteriza con Ucrania- sea miembro de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, liderada por Rusia, habría justificado una invasión de Biolorrusia por Ucrania, Letonia, Lituania, Polonia o la OTAN?

- "Rusia invade Ucrania porque había un genocidio contra la población de origen ruso". No es cierto, ni lo era en 2014, cuando Rusia invadió y se anexó Crimea y se formaron en parte del Donbás las Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL), títeres subalternos a Rusia. Había tensiones políticas internas, sin duda, pero nada parecido a un genocidio. Tras la invasión de febrero 2022, la respuesta de la población rusófona ha sido mayoritariamente de rechazo a la invasión, y ciudades consideradas "pro-rusas" han hecho fuerte resistencia a la invasión. No está de más recordar a quienes pregonan la "diplomacia" como salida que la Asamblea General de las Naciones Unidas, en marzo 2014, afirmó la soberanía, la independencia política, la unidad y la integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente; carece de eficacia legal por el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad, como carecen de ella las resoluciones contra los asentamientos israelíes en los Territorios Ocupados vetadas por EEUU: ante esos vetos y las armas de los poderosos se estrella la "diplomacia".

- "El gobierno de Ucrania es pro-nazi", "Zelenski y su gobierno son una banda de nazis". Putin ha recuperado esa práctica estalinista y honra al genocida Stalin bautizando a Volvogrado como Stalingrado. La calumnia también fue sufrida en España por antifranquistas poumistas, anarquistas, socialistas, trotskystas, etc. Ninguno de los gobiernos de la Ucrania independiente tras su salida de la URSS ha sido un "gobierno nazi", y quizá el de Zelenski, judio rusofono, sea el más alejado de serlo. Llamar nazis a los que no te gustan es una trivialización del nazismo, más si lo hace una autocracia reaccionaria. Los grupos de extrema derecha no alcanzaron en Ucrania siquiera un 2,5% de los votos, lo que hoy en España deberíamos envidiar. Cierto es que en ocasiones grupos de extrema derecha consiguieron visible protagonismo, que toda guerra es caldo de cultivo de nacionalismo y extremismo o que el hoy denominado Destacamento Azov de la Guardia Nacional ucraniana tuvo su origen en la formación paramilitar ultraderechista Batallón Azov, aunque diversos analistas señalan que el actual Destacamento se ha distanciado mucho de ese origen, cosa que parece verósimil. Los mercenarios del Grupo Wagner, de origen -y presente- también ultraderechista y ajeno a cualquier arraigo popular, son buena muestra de que no será la invasión rusa la que "desnazifique" nada.

- Lo antes dicho no puede entenderse como apoyo incondicional al gobierno Zelenski. Es un gobierno pro-capitalista (como los de EEUU, España, China o Rusia). Las medidas de recorte de los derechos laborales adoptadas deben ser condenadas en solidaridad con la clase trabajadora y el sindicalismo de Ucrania, por mucho que sea algo que casi todos los gobiernos hacen en tiempo de guerra. Son rechazables los proyectos que limitan el uso de las lenguas propias de las comunidades moldavas, rumanas y magiares en Ucrania. El Estado ucraniano puede considerarse un régimen demoliberal defectuoso, con significativos déficits democráticos, o, como hace el Democracy Index 2022, elaborado por The Economist Intelligence Unit, un régimen "híbrido". Ese índice, sin ser "palabra sagrada", es una herramienta interesante. España figura en el puesto 22, Ucrania en el 87 y Rusia en el 146, ya en el bloque de "estados autoritarios". Según este índice, encabezado por Noruega y cerrado por Afganistán, los puntos fuertes del sistema ucraniano son la participación política, el sistema electoral y el pluralismo, y su punto más débil, en cuanto a democracia, el funcionamiento de la gobernanza del país, demasiado presidencialista. Pero no será Putin quien lleve más democracia a una Ucrania que hoy defiende su supervivencia.

- "El gobierno Zelenski obliga al pueblo ucraniano a hacer la guerra". La respuesta masiva de la población ucraniana ante la guerra de Putin, sin la que sería impensable que Ucrania hubiera resistido ya casi un año, demuestra que esa resistencia no es impuesta desde el Estado ucraniano contra la voluntad de la poblacion. La realidad es que miles de migrantes retornaron a Ucrania para combatir la invasión. Por supuesto, la guerra refuerza los impulsos autoritarios inherentes al Estado y, aunque sea una guerra defensiva ineludible, hay que oponerse a esos impulsos. Pero esta guerra la está librando, en su gran mayoría, el pueblo ucraniano voluntariamente.

- "Ucrania es Rusia". Este argumento, históricamente falso y políticamente insignificante ante la evidencia de la voluntad de la población ucraniana, es una de las dos líneas argumentales justificativas usadas por Putin. Para uso externo de sus aliados de extrema derecha y estalinistas o nacionalpopulistas, está la de la agresión de la OTAN y la del "gobierno nazi y genocida" en Ucrania. Para uso interno, pero expresada públicamente, es su repetida afirmación de que no existe la nación ucraniana, de que Ucrania es parte de Rusia y de que hay que construir un "mundo ruso" más allá de Rusia, abarcando, al menos pero no solo, todo aquello que formó parte de la URSS. Este proyecto es el fundamento real de las guerras de Putin, por encima de las habituales especulaciones economicistas sobre los intereses empresariales subyacentes. La victoria de Putin, aunque sea parcial, no sería una garantía de "paz", ni siquiera de "paz injusta", sino un estímulo a nuevas guerras y nuevas amenazas expansionistas. La derrota de la España antifranquista y el pacto Hitler-Stalin para repartirse Polonia, los estados bálticos y zonas de Europa del Norte no calmaron el hambre imperial de Hitler y sus aliados sino que fueron la antesala de la II Guerra Mundial. Tal vez si Neville Chamberlain hubiera escuchado a la opinión pública británica, y no hubiera abandonado a España y a Checoslovaquia, el Reino Unido y Europa se habrían ahorrado mucho sufrimiento.

IV

El título de este artículo es intencionadamente provocador: la solidaridad con Ucrania incluye el apoyo a la resistencia armada ucraniana. No se trata solo de una cuestión "humanitaria", de acogimiento de refugiad@s, de suministro de todo tipo de recursos a la población civil. La solidaridad con la "población civil" que no lo es también con la población combatiente es artificial en Ucrania . La componente humanitaria es imprescindible, pero si no vence Ucrania esa situación se cronificará.

Yo quiero la victoria de Ucrania. La victoria de Ucrania tiene un significado muy diferente que la victoria de Putin. La victoria de Ucrania es la liberación de su territorio y el fin de los bombardeos contra sus ciudades y pueblos; un territorio que no era ni sería un paraíso sin conflictos, pero esa liberación es un paso necesario para una vida decente en Ucrania. La victoria de Ucrania no conlleva la invasión de territorio ruso, ni siquiera conlleva el derrocamiento de Putin, algo deseable pero que es tarea de la sociedad rusa. Por el contrario, la victoria de Putin significa la ocupación de territorio ucraniano, la intensificación de su expansionismo, el reforzamiento de su tiranía sobre la sociedad rusa, la exaltación de los contravalores comunes a Putin y a Trump. Por ello, quienes piden que ambas partes cedan algo apuestan por una victoria, mayor o menor, de Putin. Reducen la "diplomacia" a un tira y afloja sobre cuántos kilómetros cuadrados de Ucrania se queda Putin.

La victoria de Ucrania no extinguiría los conflictos sociales internos, volvería a ponerlos en primer plano, y tendría por delante las tareas de reconstrucción en las que se opondrían diversos proyectos sobre en qué deberían consistir y en cómo hacerlas. Probablemente, serían parasitadas, al menos en una primera fase, por los intereses del Capital, entre otras cosas porque las corrientes socialistas democráticas (Movimiento social, por ejemplo) o libertarias son muy pequeñas y tienen que contrarrestar el peso de una historia de opresión estalinista en nombre del "comunismo" y también el desprestigio de la izquierda mundial asociado a la alineación con Putin -o del "neutralismo"- de buena parte de las "izquierdas" del planeta, en una especie de coalición no formalizada entre la mayor parte de las derechas más extremistas del mundo con supuestas "izquierdas anti-imperialistas". Esta es una vieja historia que se repite desde hace décadas: la lucha por la libertad de las presas y presos políticos cubanos es una lucha justa y necesaria, pero está hegemonizada por la derecha por la simple razón de que la "izquierda", salvo excepciones, no la libra y de hecho compadrea con la dictadura castrista-poscastrista; no es pues de extrañar que "la izquierda" democrática no tenga demasiado prestigio en la Cuba opositora al régimen, pese al excelente trabajo de espacios como La joven Cuba.


V

Haré aquí un paréntesis: mi opinión es que hay que apoyar a la resistencia armada ucraniana, lo que incluye exigir a nuestros gobiernos que den más y mejores armas a Ucrania, sin la mezquindad con que lo están haciendo, especialmente en el marco de la Unión Europa, pues EEUU y Reino Unido muestran un poco más de decisión, aunque insuficiente. También opino que las peticiones de un acuerdo en que ambas parten cedan son un sucedáneo maquillado del deseo de que Ucrania se rinda y ceda parte de su territorio.

Ahora bien, yo no soy un fanático belicista ni un creyente en la eficacia de las "luchas armadas", todo lo contrario. La guerra es un mal y en toda guerra se cometen abusos de todo tipo, incluso por el bando que, digamos, se defiende de una agresión. No creo que la guerra sea partera de transformaciones sociales positivas. No creo en la guerra como vía para construir un orden social más justo y humanista. No creo en que los Estados dirijan una guerra con prudencia. Y, sin embargo, sí creo en la legítima defensa para evitar lo peor. No apoyo la guerra ni la lucha armada como vía para crear un orden social mejor, pero sí creo en el derecho a resistir proporcionadamente ante las guerras y violencias que pretenden ampliar la opresión, el sufrimiento y la subordinación de una sociedad o de partes de ella.

Yo no pido que Ucrania haga esa resistencia armada, esa es una decisión de la sociedad ucraniana, y mientras la mantenga la apoyo. Tampoco digo que si en algún momento Ucrania se siente obligada a llegar a un mal acuerdo con Putin eso sería una traición a denunciar; esa decisión le corresponde a Ucrania. Aunque si la violencia le impone a Ucrania un mal acuerdo, sería repugnante que nos felicitásemos del fin de la guerra y loásemos la "diplomacia pacificadora". Habría que seguir condenando la agresión de Putin y denunciando la ocupación de parte de Ucrania.


VI

Muchas personas condenan convencidas -no retóricamente- la agresión de Putin y no se escudan en que "es muy complejo", pero vacilan a la hora de apoyar la resistencia armada ucraniana o, al menos, de solicitar que se dé a apoyo a esta. Un apoyo que debe incluir la entrega de las armas que necesiten -excepto algunas como las nucleares, que por otra parte no han sido pedidas por Ucrania. Llamo la atención sobre que Ucrania no está pidiendo que intervengan tropas de otros países a su favor, sino medios para combatir con sus propias fuerzas.

En esas vacilaciones intervienen diversos factores, con cierto grado de racionalidad y que no debemos despreciar.

a) El temor a una guerra nuclear. Lo comparto. Tratar de evitarla es necesario y la intervención de los estados de la OTAN debe ser cuidadosa. Ahora bien, la derrota de Ucrania no disminuiría el riesgo de guerra nuclear, lo aumentaría. El proyecto expansionista de Putin va más allá de Ucrania, lo saben los estados bálticos, lo sabe Polonia, lo saben países tradicionalmente no alineados como Suecia y Finlandia. Todo expansionismo se autoalimenta, cuanto más se expande más quiere. ¿Sabía Chamberlain, cuando en alarde de cinismo decía "Qué se nos ha perdido a nosotros en una disputa por una tierra lejana entre gente de la que no sabemos nada", que los nazis bombardearían las ciudades británicas? ¿Preguntaría luego a las tropas estadounidenses "qué se os ha perdido en Europa"? Contra el riesgo de guerra nuclear lo prudente, racional, solidario y decente es hacer el esfuerzo máximo para que Putin no salga reforzado de esta aventura criminal. Y, ahora y siempre, recuperar el impulso por la desnuclearización multilateral.

b) El justo rechazo que las guerras causan a gran parte de la población. Lo comparto. Pero negar el derecho a resistir frente a la violencia armada es condenar a las sociedades agredidas, dejarlas abandonadas; las formas de esa resistencia deben salir de esa sociedad y pensadas y aplicadas de forma que puedan implicar a mayorías sociales, no simples acciones individuales o terroristas. Hablo de una sociedad que decide defenderse ante un ataque. Nadie pueda pedir a la sociedad ucraniana que deje que destruyan sus ciudades, que maten a sus amistades y familiares, que se someta a todo tipo de abusos y crímenes. Respeto a las personas que práctican un pacifismo absoluto aplicado solo a ellas mismas, es decir, personas que, le hagan lo que le hagan, a ellas o a sus seres queridos, por horrendo que sea, renuncian a usar alguna forma de violencia. No lo comparto, pero lo respeto. Pero no creo que tengan derecho a pedir a nadie que haga lo mismo. Ante las personas o sociedades agredidas hay un deber de solidaridad, a practicarse de forma adaptada a la situación y con la menor violencia posible. Para ello a veces hay que contar con otras fuerzas, que pueden no gustarnos pero que pueden contribuir a parar esa concreta agresión, incluso aunque sus intenciones no sean buenas. Por ejemplo, en 1978 el régimen estalinista de Vietnam invadió, por razones de Estado, Camboya, sometida al régimen de Pol Pot, también estalinista pero bajo el que había un grado extremo de violencia genocida contra la población. Poco después, el régimen de Pol Pot fue definitivamente derrocado y el genocidio terminó. Vietnam no actuó por solidaridad con la población camboyana; pero por solidaridad con ella carecía de sentido oponerse a esa invasión. Pues bien, el caso de la guerra de Putin contra Ucrania es mucho más sencillo: la resistencia la ejerce la propia sociedad ucraniana, por una razón justa, y esta no pide que intervengan otros ejércitos, solo pide armas. ¿Cómo se les puede negar?

c) Hay también temor a que el esfuerzo de apoyo a Ucrania agrave los problemas económicos y sociales en un contexto global con signos pre-recesivos. No voy a negar que la solidaridad tiene de inmediato un coste, pero un triunfo de Putin agravaría las dificultades y derivaría en un aumento de los gastos militares "preventivos" mucho mayor a lo que costaría ahora dar a Ucrania el apoyo necesario. Si quien usa la fuerza a su antojo gana, todos los Estados apuntarán a aumentar su "fuerza" militar o su subordinación a los Estados poderosos militarmente.

Además, la incidencia de la guerra en las serias amenazas socioeconómicas se está exagerando. China también atraviesa serias dificultades en ese ámbito. La situación, con signos pre-recesivos, tiene mucho más que ver con la pandemia y con una "crisis capitalista", esto es, una crisis que el capitalismo, como sistema, no como "complot", genera cuando encuentra dificultades para la expansión indefinida del Capital. En este caso, el desencadenante puede haber sido el parón provocado por la pandemia, cuando aún no se había cerrado las cicatrices de la crisis de 2008, la gran expansión monetaria que se produjo, no solo para afrontar los gastos sanitarios sino también para "financiar un enorme gasto público extra no sanitario" no acorde al incremento de la riqueza social, la ruptura de las cadenas de producción, etc. Sí, la guerra crea problemas económicos y productivos, pero no es el factor determinante. Quien desee que una derrota rápida de una Ucrania abandonada por el mundo facilite un despegue económico no solo ha perdido la referencia ética de la solidaridad humana sino que vive una ilusión, la de que las crisis capitalistas no las crea la propia lógica del Capital y las pagan las clases populares. Como la del 2008 fue atribuida por el movimiento 15M a una estafa, ahora es fácil atribuir esta crisis a la guerra, y más fácil aún acusar a la tenacidad del pueblo ucraniano para defenderse. Bien está analizar los factores de coyuntura que influyen en el desarrollo de las crisis, pero nunca debe olvidarse que la manera en que inciden está marcada por la naturaleza del capitalismo.

VII

Carece de sentido hablar de cuál sería una "posición de izquierda" ante la crisis ucraniana. Esa amalgama a la que se sigue llamando "izquierda" está fragmentada y en posiciones totalmente antagónicas. No estoy más cerca de Daniel Ortega, autocrata corrupto, represor y machista, que de Giornia Meloni, neofascista; forman parte de ese magma reaccionario al que toda mi vida, con sus muchos errores y algunos aciertos, me exige repudiar y combatir. Tampoco tiene sentido tratar de apropiarse del patrimonio de movimientos sociales como el feminismo, el pacifismo o el ecologismo para afirmar dogmáticamente que los principios de tales movimientos implican tal o cual posición ante la guerra de Putin contra Ucrania. Solo cabe tomar posición en nombre propio y considerando la singularidad que rodea esta guerra de agresión. Dichos movimientos sociales también están divididos ante esta guerra. Nunca deberíamos decir que Nancy Fraser no es feminista por su postura ante esta guerra, pero tampoco podemos admitir que se diga que no lo es Catherine Samary por la suya. Ni siquiera diré que Daniel Ortega no es "izquierda", porque es de ese magma del que salieron monstruos como él, junto a experiencias y vidas llenas de dignidad, y no merece la pena pelear por una etiqueta. La tarea es repensar, a la vez que se actúa, y actualizar los valores que dieron origen a movimientos igualitarios y libertarios, feministas y ecologistas, pacifistas y democráticos, humanistas y solidarios.

Por ello, intentaré resumir un enfoque ante la guerra de Putin contra Ucrania, en mi propio nombre, aunque inspirado en la inteligencia y actividad de personas y colectivos más capaces que yo y que se han comprometido en la solidaridad necesaria, empezando por el Movimiento Social y la revista Commons de Ucrania, el activismo y grupos rusos que se oponen con coraje a la guerra, la Campaing Solidarity Ukraine, Worker's Liberty en Reino Unido, News&Letters y New Politics en EEUU, el Buró de la Cuarta Internacional y la mayoría de sus secciones, la UIT-CI, el Colectivo Léodile Béra en España, etc. En España me han resultado especialmente esclarecedores muchos de los textos publicados en Viento Sur con diferentes posicionamientos y en Trasversales.

a) La responsabilidad de esta guerra, en definitiva, corresponde exclusivamente a Putin y quienes le apoyan. ES una guerra imperial y anexionista de Putin contra Ucrania, no una guerra entre Rusia y la OTAN. Así hay que denunciarlo.

b) Hay que dar apoyo a Ucrania y a su gente en esta guerra. Apoyo de todo tipo, humanitario desde luego, logístico, pero también apoyo a su resistencia armada en tanto y en cuanto que la sociedad ucraniana decida mantenerla.

c) Ucrania necesita armas. No ha pedido que nadie luche por ella, sino armas, y esas no las tenemos la gente común sino los estados. Negarse a que nuestros gobiernos se las den es irresponsable y cómplice de la matanza. Lo que hay que denunciar son las vacilaciones de los gobiernos de la UE para hacerlo, su mezquino cálculo de interés del que podría resultar en cualquier momento un abandono de Ucrania a su suerte, y el que lo que ocurre se utilice más a favor de un estratégico aumento del gasto militar que de un esfuerzo inmediato y de emergencia por dotar a Ucrania del armamento necesario. Pedir armas a EEUU, Reino Unido y la UE para Ucrania no es apoyar a los gobiernos de esos países, ni siquiera es apoyar al gobierno de Ucrania salvo en la medida que forma parte de la sociedad ucraniana que se defiende de la agresión.

d) También es necesario exigir al gobierno español que adopte una postura activa para acelerar el inicio del procedimiento de ingreso de Ucrania en la UE y para que este sea lo más corto posible.

e) Aunque hay una amplia simpatía moral en España hacia Ucrania, la solidaridad práctica es muy reducida salvo en puntos localizados y minoritarios (en Euskadi hay una interesante campaña de apoyo humanitario, que ya ha enviado decenas de camiones con diversos suministros). Las movilizaciones producidas han sido esencialmente de población ucraniana, con evidente ausencia, salvo excepciones, de la "izquierda" y el activismo social español, como ha ocurrido en las movilizaciones en apoyo de las mujeres iraníes. En medios intelectuales ha habido posicionamientos claros y solidarios, como los de Santiago Alba, Adela Cortina o Miriam Martínez Bascuñán, entre otros, pero predomina "la prudencia". No tengo claro como podríamos avanzar hacia ello, pero deberíamos inspirarnos en iniciativas como la Ukraine Solidarity Campaign en el Reino Unido, que ha logrado incluir a sectores del sindicalismo y del laborismo. ¿Sería posible una Campaña Solidaridad con Ucrania... en España?

VIII

No podemos pasar por alto que las "izquierdas" que sostienen a Putin o le descargan de la responsabilidad en esta guerra suelen también callar, si no le apoyan, ante los crímenes de Daniel Ortega; ante la oleada de represión desatada en Cuba contra quienes se manifestaron contra el plan de ajuste económico; ante el régimen iraní; y vienen a insinuar que los capitalismos ruso y chino juegan un papel "anti-imperialista" frente al capitalismo occidental. Esa brecha es demasiado grande y definitiva para fingir que somos "primos" aunque muy distanciados.

Ahora bien, esa brecha no es un argumento contra su postura ante esta guerra, que debe ser juzgada por sí misma, como la mia debe ser juzgada así también. En ese sentido, estoy por dialogar con todo el mundo, pero sabiendo sobre qué y para qué. Y estoy por actuar en común con quien sea por un objetivo determinado.

¿Por qué este artículo no habla más de otras guerras y agresiones injustas? Porque versa sobre Ucrania. No participo del juego de "tirarse víctimas a la cabeza". Si hay una movilización contra el colonialismo racista en Israel, intentaré estar allí, y no se me ocurriría preguntar por qué no convocan contra la invasión de Ucrania.


NOTA 1: La utilización de algunos versos de Raimon solo corresponde a lo que a mí me inspiran, sin atribuir a su autor igual interpretación. Desconozco totalmente la opinión de Raimon sobre la guerra Rusia-Ucrania.