Trasversales
Lois Valsa

OTOÑO CULTURAL MADRILEÑO 2023




Revista Trasversales número 65, diciembre 2023 web

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Introducción: ¿se puede llamar “guerra” a lo que es “genocidio”? Crónica de una auténtica carnicería en Gaza

Que una matanza produzca una división política, ideológica y moral tan profunda como la que se está abriendo estos días entre los ciudadanos de todo el mundo en relación con las imágenes que llegan de Gaza e Israel, cuando lo inmediato, lo lógico, lo simplemente humano, sería estar de acuerdo en decir con una sola voz que se detuviese la violencia, es la prueba de que, abandonadas todas las esperanzas que hizo concebir el fin de la Guerra Fría, nos hemos resignado ante la perspectiva de que un fanatismo aterrador, un fanatismo supurante de dioses y naciones, sea el que dicte las acciones en la escena internacional y nos condene a una catástrofe que asumimos como inevitable

José María Ridao

"Nuestra pregunta existencial", El País, 30/10/2023



Empecemos por lo que pasó el 7 de octubre: aquello fue una masacre de civiles a una escala enorme, como los progromos que hemos visto en la historia, y un crimen de guerra o crimen contra la humanidad con impresión de genocidio. Esa criminalidad da derecho a Israel a actuar en legítima defensa. No hay duda. Pero ese derecho no es ilimitado, debe actuar conforma a la ley y la ley obliga a no dañar a los civiles o al menos no dañarlos de forma desproporcionada

Philippe Sands, abogado especialista en crímenes de guerra

El País, 27/10/2023



Hay un elemento que forma parte sustancial de la formación de la identidad de Israel: la indiferencia casi total de la mayoría de los israelíes ante la ocupación del pueblo palestino y sus tierras hace más de 55 años…Debemos preguntarnos si esa barbaridad, olvidar la ocupación y borrarla de la conciencia israelí, es algo que podamos pasar por alto... Repugnan la euforia y la arrogancia que veo en ciertos círculos del judaísmo actual y las fusiones con grilletes que me aprietan cada vez más: la fusión de la religión con el mesianismo, de la fe con el fanatismo, de lo nacional con lo nacionalista y el fascismo

David Grossman

El País, 4/6/2023



Veo el colapso de casi toda nuestra seguridad y, lo que es más importante, el colapso que sienten las generaciones más jóvenes (...) Tendremos seguridad cuando ellos tengan esperanza

Ami Ayalon

exdirector del servicio de seguridad interior y exjefe militar de Israel

El País, 15/10/2023



Esta última frase de la entrevista de la cita anterior, que ha tenido gran recepción, sobre todo por venir de quién viene, ha sido una de las pocas pinceladas “positivas” de la guerra entre Hamás y el Estado de Israel. A diferencia de Rusia que invadió Ucrania, ahora ha sido la organización islamista radical Hamás la que ha atacado por sorpresa al Estado de Israel, aprovechando sus celebraciones religiosas, provocando una gran masacre de civiles, incluidos niños y mujeres y tomando, además, rehenes que utilizará como escudos humanos. Hay que juzgar inhumana esta masacre de vidas humanas vitoreada por partidarios de Al Qaeda y del Estado Islámico. No podemos permanecer mudos ante esta violencia que ha ocasionado muchas víctimas mortales civiles en la población israelí. Estamos, pues, ante un crimen de lesa humanidad, además muy irresponsable porque con el tiempo que lleva preparándose sabía de antemano, ya que tienen muchos años de experiencia de la inhumana represión del Estado de Israel, cual iba a ser su respuesta vengativa. La única explicación entonces es una “consciente provocación”, sobre todo para evitar el acercamiento de Arabia Saudita a Israel. Porque desde ya hay que distinguir entre Hamás y los dirigentes palestinos que la han apoyado y la población palestina y otros dirigentes que no están de acuerdo con los métodos de Hamás; y hay que diferenciar entre el gobierno de Israel y la población de Israel que no apoya los métodos de Netanyahu. Aunque ahora, aunque lleven tiempo protestando contra su déspota democrático y su gobierno de extrema derecha que quería someter al poder judicial, haya reaccionado al unísono contra el “enemigo común” en la venganza propiciada por su Gobierno.

Netanyahu ha comparado el 7-0 con el 11-S. Se pueden comparar en que tanto el gobierno de George W. Bush como el de Netanyahu subestimaron las pruebas de un ataque inminente y en que, en ambos casos, fallaron sus servicios secretos. Desde luego Estados Unidos ha respaldado como siempre a Israel (“Que no quepa duda: Estados Unidos respalda a Israel”, afirmaba el presidente Joe Biden en la Casa Blanca. Pero le recordó: “Nosotros respetamos las leyes de la guerra”, a diferencia de los terroristas que matan a civiles). Si los estadounidenses tenían ahora algo útil que decir a los israelíes sería: “No lo hagáis”. Sobre todo visto el horror que se desencadenó después en Irak y Afganistán con la mentirosa justificación de la existencia de armas de destrucción masiva. Por ello, Biden le pidió que, a pesar de la rabia que sientan, evitasen los “errores” del 11-S. Pero solo logró arrancarle el compromiso para permitir la ridícula entrada de 20 camiones de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Está claro que el Gobierno de Netanyahu no ha aprendido nada de aquella experiencia tan destructiva y ha reaccionado de manera estúpida con bombardeos también sobre civiles, en espera de una invasión terrestre. Sin entender que “Hamás no es solo una fuerza militar, también es una ideología. Y no se puede matar una ideología con el ejército”, señalaba Ami Ayalon (EL PAÍS, 16/10/2023). El mismo Ayalon, militar retirado de izquierdas y ex ministro laborista, aclaraba: “Mucha gente va a morir en Gaza, pero no tenemos otra opción”. Así las palomas de Israel, los defensores de la paz con los palestinos, acaban utilizando el mismo lenguaje que los halcones, los que rechazan la solución de los dos Estados.

Mucha menos opción tiene Netanyahu que necesita sobrevivir con esta guerra de venganza contra los palestinos como enemigo común en una fuga hacia adelante. Así puede chantajear, sin apenas disidencias (empieza a haber alguna desde los familiares de los rehenes y algún militar), a sus ciudadanos y llevarlos a la guerra. No hay que olvidar que Netanyahu lleva quince años, apoyado, no hay que olvidarlo tampoco, por muchos ciudadanos en las urnas, dirigiendo, con distintos gobiernos, el país. Incluso intentando someter al Tribunal Supremo con una ley que ha provocado manifestaciones multitudinarias en las calles de Israel. Además, llevado a juicios también por sobornos, parece que siempre logra salir adelante, apoyándose en los colonos de extrema derecha de Cisjordania. Su desprestigio va creciendo ahora porque se le acusa de fallar en la seguridad del Estado. Entre otras cosas por desguarnecer Gaza llevando los efectivos a Cisjordania. Puede ser que esta guerra acabe con él lo cual sería una de las mejores noticias en medio de este infierno. Desde el punto de vista militar, el gobierno de Netanyahu afronta el colapso de una política de seguridad. Pero, en el fondo, “asistimos al colapso de un concepto: basar nuestra seguridad en la división de la sociedad palestina, entre los que viven en Gaza y los que viven en Cisjordania”. El objetivo de Netanyahu solo ha sido evitar tener que negociar con la excusa ´¿qué quieren de nosotros si ni siquiera tienen un gobierno único?´ , puntualiza Ayalon. A punto de preparar la invasión terrestre, Netanyahu ha tenido la osadía de echarle la culpa a los militares olvidando que quién tiene el poder máximo tiene la mayor responsabilidad. En una democracia la responsabilidad se establece a nivel político y no es de sus fuerzas armadas y de seguridad interior y exterior que están a las órdenes del gobierno.

Por tanto, no deja de resultar muy irónico que quién tiene el derecho y la obligación de defender a su país de quienes lo han atacado, es precisamente quién ha sembrado las semillas para que estos ataques ocurrieran; y a la vez el responsable de que sus servicios secretos y su ejército no estuvieran preparados para evitarlo. Y otra enorme ironía es que quién recibe la solidaridad incondicional y los pésames de Joe Biden sea precisamente ese Benjamín Netanyahu que preside el gobierno más ultraderechista de la historia del país. Como se sabe, el dirigente israelí es el mayor responsable del fin del Proceso de Paz de Oslo y del proyecto de los dos estados, israelí y palestino, mutuamente reconocidos y viviendo en paz entre sí. Ahora ha rematado toda su sucia carrera política con una estrategia de venganza, con un castigo colectivo a los palestinos, sin importarle las muertes de la población civil, sin admitir ninguna crítica a su cruel acción. Está claro que persigue el proyecto, que ya mostró ante Naciones Unidas, del Gran Israel como el final de 75 años de ocupación ilegal de los territorios palestinos. Además, ha exigido carta blanca a sus aliados: el papel de Ursula von der Leyen, aunque luego haya querido corregirlo, ha sido muy nefasto. También el de otros dirigentes europeos, sobre todo el del primer ministro británico, Rishi Sunak, quién dijo “Queremos que ganéis”, como si de un videojuego se tratase. Macron también ha ido a hablar con él como había ido a hablar con Putin. No hay que olvidar que, ya en julio pasado, Netanyahu había lanzado una operación en Yenin con bombardeos y bulldozers. Otra ironía: esa operación militar se llamaba “Casa y Jardín”. Unos 18.000 civiles tuvieron que huir del lugar. Después aprobó su polémica reforma judicial que fue muy contestada en las calles por la ciudadanía israelí.

Sami Nair, en relación a la respuesta de la Unión Europea, hablaba de su “impotencia culpable”, ya que el jueves 26 de octubre, en la reunión de presidentes y ministros europeos, no hubo una posición clara y solidaria con los civiles palestinos, ofrecidos en holocausto por Hamás a la venganza despiadada del ejército israelí. Con la digna excepción de España, Portugal e Irlanda, dio una auténtica carta blanca a lo que un informe de la ONU califica de “crimen contra la humanidad”. Alemania, principal halcón, junto la presidenta Ursula von der Leyen, se ha opuesto tajantemente a la condena de estos ataques, con el falaz pretexto del derecho de Israel a defenderse por haber sido agredido, y cerrando los ojos ante las sucesivas agresiones que han sufrido los palestinos, encerrados como animales desde la guerra de 1967. Nair nos recuerda que Alemania es el principal responsable histórico de la tragedia palestino-israelí por lo que debía tener una postura más equilibrada en la contienda. La Unión Europea con su tibia declaración ha cerrado, pues, los ojos delante de la política israelí y ha pedido solo una “pausa” en el fuego y el respeto a un derecho internacional ya aniquilado en la franja de Gaza hasta una conferencia internacional de la que no precisa los términos, sabiendo que el ejército israelí se amparará en la hermandad de la maquinaria estadounidense que no acepta un concepto de paz que no sea el suyo. Pide a su vez corredores humanitarios sin el combustible esencial para neutralizar el derramamiento de sangre civil. Así da tiempo al ejército israelí a que “limpie” el terreno antes de invadir Gaza: una invasión terrestre es el peor escenario imaginable. Concluye Nair: “La única solución sencilla y humana que Europa hubiera podido emprender es el alto el fuego, una medida, además, obligatoria en cumplimiento del derecho internacional que regula los conflictos” (La impotencia culpable de la UE, EL PAÍS, 29/10/2023).

El abogado judío Philippe Sands, experto en crímenes de guerra, ponía también el dedo en la llaga del doble rasero de la comunidad internacional: “ese cerco a Gaza, ese corte del abastecimiento del agua y la electricidad, no está recibiendo las condenas internacionales que recibió la misma acción por parte de Rusia cuando atacó infraestructuras de energía en Ucrania”. De la misma forma que dice que hay que denunciar a Putin por su doble rasero al recibir a representantes de Hamás y pedir la solución de dos Estados cuando él no respeta el de Ucrania. “Me enferma que Putin defienda a los civiles de Gaza” (Entrevista a Philippe Sands. EL PAÍS, 28/10/2023). Lo que muchos no acabamos de entender tampoco es la contradictoria postura de Zelenski de apoyo a Netanyahu. Sin embargo, los líderes de América latina, un mes después, comienzan a marcar distancias con Netanyahu, después de su apoyo incondicional, casi sin matices. Varias capitales han comenzado a criticar la reacción “desproporcionada” y “violatoria” del derecho internacional. Israel les ha acusado en un comunicado de rendirse ante el terrorismo y el régimen de los ayatolás de Irán. Desde el presidente boliviano, Luis Arce, y el de Chile, Boris, que cuenta con la mayor comunidad mundial de palestinos fuera de su tierra. Desde Colombia, Gustavo Petro, hasta Argentina (séptima sede de la comunidad judía más grande del mundo), en que el Gobierno abandonó ayer su apoyo cerrado a Israel por el bombardeo al campo de refugiados de Jabalia en el norte de Gaza. Por último, por ahora, Brasil, en su crítica cada vez más contundente: “Estamos viendo por primera vez una guerra en la que la mayoría de los muertos son niños, y nadie es responsable, y no podemos hacer una carta de la ONU a la gente que está ganando de que no es posible. ¡Por el amor de Dios, basta!”. Turquía, con Erdogan a la cabeza, también ha endurecido sus críticas a Israel.

La situación de la población palestina siempre ha sido muy crítica y cada vez es mucho peor: los bombardeos israelíes han hecho que miles de habitantes de la Franja tengan que abandonar sus casas en un éxodo hacia el sur. Escasea la electricidad y falta el agua por lo que tienen que recurrir a los pozos subterráneos con el peligro de epidemias. No llegan alimentos ni combustible por el bloqueo israelí que solo ha permitido el paso de algunos camiones por el paso de Rafah en la frontera con Egipto. Gaza está cercada, pues, por tierra, mar y aire desde principios de los años noventa cuando Israel y la OLP firmaron los acuerdos de Oslo que fijaron que la Autoridad Nacional Palestino se establecería en los territorios de Gaza y Cisjordania. Israel se quedó con el control del espacio aéreo de La Franja, las aguas territoriales y las fronteras terrestres, a excepción de la parte sur. En la actualidad, el acceso por aire no existe. En 2001 un bombardeo de Israel ya había destruido el aeropuerto internacional Yasir Arafat, el único controlado por Palestina. En el mar, la Franja tiene más de 50 kilómetros que lindan con Egipto por el sur e Israel por el norte, donde una valla de 400 metros de largo se adentra en el mar para separar las dos costas Los gazatíes disponen así de un escaso espacio entre seis y quince millas náuticas para pescar. A partir de ahí, el acceso está prohibido. El perímetro de la Franja está rodeado por una doble valla de siete metros conocida como “el muro de hierro”. Está equipada con sensores de movimiento, ametralladoras dirigidas por control remoto y alambre de espino, y es controlada las 24 horas por el ejército israelí. Todas estas restricciones han hecho que hasta el 60% de los palestinos de Gaza necesiten ayuda humanitaria para sobrevivir, según la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria (OCHA).

Sobre todo Gaza, con 2 millones de habitantes en 365 kilómetros cuadrados, ha sido y es un caldo cultivo de las peores pulsiones terroristas. Cisjordania, por los asesinatos perpetrados por los colonos, puede serlo también en cualquier momento. En Gaza, por tierra se pudo entrar y salir con dificultad hasta que el pasado día 9 de octubre el Gobierno israelí clausuró sus pasos fronterizos e impuso el bloqueo. Inicialmente, había siete, pero desde que en 2007 Hamás subió al poder e Israel impuso un bloqueo con la justificación de que quería impedir la entrada de armas, se han ido cerrando estos pasos hasta dejar solo dos operativos, además del paso de Rafah, de Egipto, que es ya el único (En el momento en el que escribo Egipto ya ha abierto el paso para evacuar a extranjeros y heridos). A este aislamiento territorial se añade la desunión de los palestinos y que la credibilidad del Gobierno de la Autoridad Palestina de Abbas está cada vez más minada. La división de los palestinos ya viene de muy atrás cuando Israel fortaleció a Hamás que hace treinta años era un grupo minoritario entre las fuerzas políticas, y le permitió gobernar en Gaza con la ayuda financiera de Qatar. Sobre todo por la inacción de la Comunidad Internacional y de los países occidentales ante la sistemáticas violaciones del Derecho Internacional en esos territorios. EEUU y la Unión Europea han impedido, una y otra vez, las sanciones contra Israel. Conocemos, además del Muro que encierra a la población palestina, los asentamientos de los colonos judíos de extrema derecha, y la judaización de la parte árabe de Jerusalén. En suma: la Franja de Gaza, con una población muy joven, se ha convertido en una horrible prisión a cielo abierto y Cisjordania ha sido colonizada y repartida por Israel en bantustanes.

De nuevo estamos ante la represión continua y sistemática que ejerce el Estado de Israel sobre la población palestina (a la que robó, hay que repetirlo, una y otra vez, gran parte de su territorio), que apenas sobrevive con el 80% de ayuda internacional. Ahora con la justificación de la venganza, la represión sobre los palestinos no tiene límite. En apenas dos semanas, han muerto muchos periodistas, la mayor parte palestinos. Israel ha intentado cerrar Al Jazeera y ha criticado duramente a la BBC por sus noticias sobre la situación. También ha cortado Internet para que no se sepa nada de las muertes civiles que está provocando la venganza de Netanyahu quién arenga a sus tropas en la destrucción. También ha criticado a la ONU por echarle en cara sus “excesos”, sobre todo cuando Guterres se expresó muy claramente en sus peticiones humanitarias: “En este dramático momento, cuando nos encontramos al borde del abismo en Oriente Próximo, es mi deber como Secretario General de Naciones Unidas hacer dos enérgicos llamamientos humanitarios. A Hamás, la liberación inmediata e incondicional de los rehenes. A Israel, la concesión de un acceso rápido y sin trabas a la ayuda humanitaria para hacer llegar los suministros y trabajadores humanitarios para ayudar a los civiles de Gaza. Cada uno de estos dos objetivos es válido en sí mismo. No deben convertirse en moneda de cambio y deben aplicarse simplemente porque es lo correcto” (António Guterres). Pero Netanyahu y su ejército han seguido adelante en su labor exterminadora masacrando civiles sin marcarse límites, y por lo visto nadie es capaz de imponérselos. “La opción por la que se inclinó Israel en 1982 y que reforzó durante las décadas siguientes pudo generar en sus gobiernos y en muchos de sus ciudadanos un espejismo de seguridad y poder” (José María Ridao, Nuestra pregunta existencial, EL PAÍS, 30/10/2023).

Según los relatores de la ONU, siete expertos independientes, los civiles de Gaza viven, ya en la primera semana de noviembre, una catástrofe humanitaria; y por lo tanto es necesario un alto el fuego del ejército israelí en la Franja para “evitar un grave riesgo de genocidio”. Según uno de esos siete expertos, el español Pedro Arrojo, relator especial sobre los Derechos Humanos al Agua Potable y al Saneamiento, “aunque no haya una intención manifiesta, los datos muestran que la guerra se encamina a un genocidio. Fundamenta su postura en el artículo 7 del Estatuto de Roma, que entiende como un exterminio “la privación del acceso a alimentos o medicinas, entre otras”, como el agua. Sentencia que “inevitablemente, las enfermedades se dispararán y muchos morirán al no tener acceso a los medicamentos más básicos”. Especifica que en la Franja “no queda agua potable” y que cientos de miles están bebiendo agua salada e insalubre para no morir de sed. Según Arrojo, los convoyes de ayuda humanitaria que llegan a la Franja a través del paso egipcio de Rafah son “insuficientes al punto de que no llegan a cubrir ni el 1º% del agua que se necesita”. La ONU ya había avisado de que los residentes de Gaza viven desde el inicio de la guerra con menos de tres litros de agua al día, muy por debajo de los 50 litros que recomienda la OMS para satisfacer la bebida y la higiene. Los siete relatores de la ONU coinciden en que “la situación ha llegado a un punto de inflexión catastrófico” y responsabilizan no solo a Israel sino también a sus aliados internacionales de la protección a los 2,2 millones de palestinos que residen en el enclave palestino Al tiempo, los relatores también expresaron su preocupación por la seguridad de los trabajadores humanitarios y los médicos que están “protegidos por el derecho internacional”. Recuerdan, tanto al ejército israelí como a Hamás, que “incluso la guerra tiene normas”. El Estatuto de Roma es claro, concluye Arrojo.

Para entender lo sucedido estos días hay que conocer a fondo la historia de los hechos pasados. Desde la Resolución 181 de unas recién creadas Naciones Unidas, de 1947, en el momento de la partición del Mandato británico sobre Palestina, hasta los Acuerdos de Abraham patrocinados por Trump. Hay que volver a leer especialmente al gran Edward Said sobre el robo de los territorios palestinos y sus análisis sobre los fallidos acuerdos de Oslo (Arafat y Rabin) sobre los dos Estados. Hay que recordar la larga historia del pueblo israelí, víctima milenaria del antisemitismo cristiano y, más tarde del antisemitismo racial que lo condenó al exterminio. Israel ha sido siempre “una ciudadela en guerra”. Pero esta trágica historia ha creado a su vez la tragedia del pueblo palestino, expulsado en parte de sus tierras a raíz de la guerra de independencia de Israel, en 1948, y enviado a campamentos en Líbano, Jordania y Cisjordania, donde permanece hacinado. Tras la Guerra de los Seis Días, en 1967, toda Cisjordania, llamada Judea-Samaria por Israel, fue colonizada no solo por un Estado, sino también por miles de colonos israelíes. La consecuencia de la Shoah, palabra que significa catástrofe, ha sido la Nabka, palabra palestina con el mismo significado, que fue efectivamente la catástrofe de la Palestina árabe. Desde luego hay que mantener vivo el recuerdo de las millones de víctimas del nazismo, pero esta memoria no justifica la dominación que Israel ejerce sobre el pueblo palestino, inocente de los crímenes de Auschwitz. Porque “la colonización de Cisjordania, iniciada en el mismo siglo de la descolonización en África y en Asia, se parece en muchos aspectos a aquellas en que las revueltas y las represiones hicieron que proliferaran los asesinatos sangrientos de civiles tanto entre los opresores como entre los oprimidos. La diferencia radica no solo en la intensificación de la colonización, sino también en el conflicto original entre dos sacralizaciones antagónicas de Jerusalén y Palestina” (Edgar Morin, Horrores y errores en tierra de mitos, EL PAÍS IDEAS, 15/10/2023).

Por tanto, siguiendo a Morin, el mito sionista del retorno a la patria original, alimentado por un antijudaísmo cristiano, más tarde por un antisemitismo racista, y tres años de exterminio nazi, no puede ocultar que la tierra de Canaán estuvo poblada durante siglos por árabes que se volvieron musulmanes o cristianos y que Palestina nunca fue una tierra sin pueblo que esperara a su pueblo sin tierra. Los historiadores israelíes coinciden en que la ubicación del templo de Salomón en el lugar en el que se alza la mezquita de Al Aqsa es una leyenda, que el mito es una realidad más fuerte que la realidad y que se ha expresado reiteradamente la convicción de que Jerusalén es la capital única y eterna del Estado judío y de que Palestina es la patria eterna del pueblo judío. No menos mítico es el lugar sagrado de Al Aqsa desde donde, supuestamente, el profeta subió al cielo para reunirse con Dios. De hecho, Israel ha cambiado la condición judía. Sigue Morin: A la humillación milenaria del judío subyugado, temeroso y sin tierra le siguió el orgullo judío por las hazañas militares del pueblo hebreo y los logros agrícolas del kibutz. El número de intelectuales judíos universalistas, sensibles a todas las formas de opresión, humillación y colonización, ha disminuido a favor de los intelectuales sensibles sobre todo al destino de Israel; y, para algunos de ellos, la Torá ha sustituido al Manifiesto Comunista. La noción de “confesión israelita”, una filiación puramente religiosa, ha sido reemplazada por la noción de pueblo judío, presente en Israel y, por ejemplo, en Francia. Este apego radical que hay que comprender ha llevado a la justificación incondicional de todas las acciones de Israel, incluida la opresión del pueblo palestino. Este filojudaismo reciente beneficia a Israel mientras que la existencia de Israel ha suscitado un tremendo antijudaismo en el mundo árabe musulmán.

En estas condiciones, es difícil ver la posibilidad de un Estado palestino que incluya a 800.000 colonos israelíes que le son radicalmente hostiles, y es difícil ver a Israel retirando sus asentamientos. El panorama es sombrío; la violencia tiende a intensificarse en ambos bandos, con ataques indiscriminados y una represión masiva igualmente indiscriminada. Las verdades unilaterales se imponen, ocultando las verdades opuestas. Los odios y los miedos desbordan la mente. Prosigue Edgar Morin: “No es imposible pero sí improbable que la acción conjunta de Naciones Unidas y de los Estados occidentales y árabes logre algún resultado decisivo. No es imposible que el conflicto se amplíe, englobando y enardeciendo a una nación tras otra. Hay que temerse lo peor….”. Concluye: “Que nuestras mentes se resistan al menos a la locura. Nuestra misión no es solo rechazar el odio, sino también hacer cuanto esté en nuestra mano para crear la base de un entendimiento mutuo, no solo entre Israel y Palestina, sino entre los europeos partidarios de uno y otro pueblo, sin relegar al olvido una causa justa”. Muy difícil sobre todo cuando el secretario general de la ONU, tras condenar sin rodeos a Hamás, añadió: “También es importante reconocer que los atentados de Hamás no se produjeron en el vacío. El pueblo palestino lleva 56 años sometido a una ocupación asfixiante”. Israel, además de acusarle de justificar el terrorismo y revocar los visados de la ONU, le respondió a través de su embajador:”Ha llegado el momento de darles una lección”. Netanyahu quiere hacer realidad la profecía de Isaías: “Nosotros somos el pueblo de la luz y ellos son el pueblo de la oscuridad, y la luz triunfará sobre las tinieblas”. Pero Isaías también dijo: “¡Hay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas!”. Isaías también es profeta para el Islam.

En medio de conflictos más laterales en los que está envuelto el mundo como los golpes de Estado en África y los choques de poblaciones (Pakistán echa a los afganos) en distintos países y de la terrible limpieza étnica de los armenios en Azerbaián, la gran tragedia de Ucrania ha quedado relegada a un segundo plano. Moscú ha aprovechado en todo momento para manipular las narrativas hacia sus intereses. Al tiempo, Israel ha pasado de los bombardeos, en los que ha masacrado a civiles, mujeres y niños de los que es difícil ya llevar la cuenta, a la invasión por tierra. Una invasión terrestre que Sami Nair veía como el peor escenario posible y que ya está en fase avanzada. En cuatro días el todopoderoso ejército israelí ha controlado la frontera sur de Gaza, incluso arrasando hospitales con la coartada de que Hamás tiene debajo sus túneles. Nair, al tiempo que denunciaba las violaciones de Estados Unidos e Israel del derecho internacional desde décadas, también denunciaba “la reacción asesina de Hamás que ensucia por sus métodos la legítima defensa de los palestinos”. Al tiempo que “la Unión Europea, que se enorgullecía de defender el derecho internacional en Ucrania, se olvida de su vigencia en Oriente Próximo”. Estamos ante el doble rasero en Gaza contra el que se pronunciaba el sur global que merma la capacidad de Estados Unidos y la UE de proyectar sus valores e intereses. La UE, en lugar de posicionarse como principal fuerza de paz en esa región mediterránea, “salvo los representantes de España, Portugal e Irlanda, ha mostrado impotencia, incapacidad y, desgraciadamente, cobardía”. El presidente español ha sido el que ha llevado más lejos, simplemente expresar sus dudas, la denuncia contra Netanyahu y su carnicería. Como a las anteriores críticas que le han hecho ha reaccionado agresivamente contra Pedro Sánchez.

Porque, ante el cierre de ojos general, Netanyahu se ha podido permitir llevar a cabo, impunemente, su inhumana venganza con la vil coartada del derecho a defenderse.

Sin hacer ningún caso de las hipócritas “pausas humanitarias” que le pide Estados Unidos, cuando lo que realmente debía producirse, como señalaba Nair, es un alto el fuego, que es una medida obligatoria según el derecho internacional que regula los conflictos. Si bien es cierto que, por la negociación llevada a cabo por Qatar sobre todo y Egipto con Estados Unidos e Israel, se ha producido una tregua durante unos días para intercambio de rehenes, la idea de Netanyahu es continuar con la guerra para acabar con Hamás. Lo cual es realmente absurdo porque nunca podrá acabar con Hamás porque es una ideología en permanente renovación y el impacto de la guerra va a durar mucho tiempo. Ninguna tregua podrá acabar con esas imágenes ni va a permitir el olvido de estas masacres. Imágenes que ya vienen desde muy atrás. Precisamente, la dedicatoria que abre el último libro, El tiempo de los caballos blancos, del escritor palestino nacido en Jordania (Amán, 1954), Ibrahim Nasrallah es ésta: “A las 450 aldeas palestinas que fueron borradas completamente del mapa para que en su lugar se levantasen asentamientos. A los 3 millones de olivos que fueron destrozados y arrancados desde 1967. A mis padres que, como millones de palestinos que ahora viven en la diáspora, jamás serán enterrados en su querida Palestina”. Estamos ante uno de los escritores palestinos más vendidos y leídos del Mundo Árabe, que, ahora ha publicado esta obra, subtitulada La Ilíada palestina, una epopeya que recorre la historia de su pueblo desde el siglo XIX hasta 1948. O sea antes de la Nakba (catástrofe) de 1948 por la que él es un descendiente de refugiados palestinos expulsados por la creación de Israel ese año. Este escritor señala que “lo triste es que la mayor parte de los gazatíes son refugiados que fueron expulsados de sus tierras en el 48”. Solo les queda ese trozo de tierra.

El problema de fondo es que Israel no tiene estrategia política sino una gran fuerza militar que se mueve ciegamente, al mismo tiempo que Netanyahu está realizando con la guerra una fuga también hacia delante porque sabe que cuando la guerra acabe le pedirán cuentas a él y a su gobierno de extrema derecha. Porque Israel vive una crisis interna que asusta a sus propios habitantes. Entonces la única alternativa que propone es integrar todos los territorios ocupados por la fuerza, lo que le llevaría o bien a expulsar todos sus habitantes palestinos, que sería algo inaceptable para sus países vecinos, o a imponer un régimen de apartheid a las poblaciones de Gaza y Cisjordania. Esto sería insoportable para la comunidad internacional (por ejemplo, por primera vez en la historia, 400 funcionarios del gobierno de Estados Unidos han dirigido una carta de protesta al presidente Biden, exigiéndole que busque la inmediata paralización de las operaciones militares), e incluso para una parte importante de su propia población crítica con el gobierno y reacia a que se trate así a los palestinos. La otra opción, aceptar la creación de un Estado palestino, le sitúa ante la realidad que han ido creando sus últimos gobiernos: 500.000 colonos armados y dispuestos, quizá, a provocar una guerra civil. El gobierno israelí está perdiendo, además, su guerra mediática, entre otras cosas porque impide la presencia de periodistas internacionales en el terreno. A su vez, los pocos periodistas locales que aún informaban están siendo asesinados uno a uno. Han muerto también más de cien empleados del Comité de Naciones Unidas para los Refugiados (ya sean maestros o trabajadores humanitarios), que no podrán dar testimonio de lo que ocurre. Las más importantes ONG del mundo también están escandalizadas.

Los bombardeos de Israel y la invasión terrestre de Gaza en su fase de ofensiva en el sur, con la consiguiente destrozo de hospitales y carnicería de civiles, está poniendo a prueba a EE.UU. ¿Hasta qué punto Washington puede controlar los planes de su aliado?

Estados Unidos está del lado de Israel “en su deber y responsabilidad” de derrotar a Hamás, insiste en público la administración del presidente Joe Biden. Pero por detrás y una vez que ha colapsado el intercambio de rehenes, entre bambalinas, sigue presionando a su aliado para que cambie de táctica y se proteja mejor a una población civil todavía más concentrada en menor espacio de terreno. La tregua ha durado solo siete días y las ONG están denunciando que los ataques se han reanudado con más fuerza (ya hay centenares de muertos y EE UU continúa suministrando armas, según revela The Wall Street Journal). Si bien países como Alemania, Austria y Hungría apoyan sin fisuras a Netanyahu, Estados Unidos ha instado a Israel a reducir la zona de combates y a comunicar a los civiles palestinos donde pueden buscar refugio de los bombardeos en la zona sur. Los asesores militares estadounidenses incluso les ponen ejemplos de las experiencias de sus soldados en Faluya o Mosul, en la guerra de Irak, para que no cometan los mismos errores. Al tiempo, el gobierno estadounidense trata de planificar con Israel, y con los estados árabes, posibles vías de salida al conflicto. Washington aboga por la solución de los dos estados, negociados entre Israel y una Autoridad Palestina revitalizada, pero el gobierno derechista de Netanyahu “se niega a debatir en detalle qué pasará después del conflicto”. Según un analista y negociador, parece que “la única solución viable es que la Autoridad Palestina regrese a Gaza, de donde Hamás la expulsó en 2007. Esto es un anatema para la derecha israelí”.

Sin embargo, esta actitud de Netanyahu de primero terminar con Hamás y, luego, liberar a los rehenes, está empezando a perjudicar los intereses estadounidenses. Si el conflicto se extiende EEUU tendrá que proteger ya dos frentes, Ucrania e Israel, y enviar más armamento a las dos, mientras mantiene su propia fortaleza militar. Además, el atentado de Hamás destrozó los Acuerdos de Abraham auspiciados por Trump, precisamente cuando Arabia Saudí y su eterno enemigo, Irán, se sentaban, algo sin precedentes, con el primer ministro chino. Por otra parte, la opinión pública estadounidense ya no parece apoyar tan incondicionalmente a Israel como después del atentado de Hamás, y en Israel también hay protestas, sobre todo de los familiares de los rehenes. Por último, la carnicería de Gaza, y no se habla tanto de la de Yenín, otra zona de guerra en Cisjordania con bombardeos y hospitales sitiados, amenaza la reelección de Joe Biden. El apoyo incondicional del presidente a Israel pone en riesgo el voto joven y de las minorías. Su popularidad entre los dos millones de árabes estadounidenses era del 60% en 2020; hoy ha caído al 17% (la población árabe es decisiva en algunos estados clave). Menos del 50% de los jóvenes cree que EEUU debe apoyar a Tel Aviv. El enfrentamiento israelí-palestino está dividiendo al Partido Demócrata sobre todo porque les recuerda como una fotocopia la época de Jimmy Carter en 1980, cuando perdió la reelección a manos de Ronald Reagan. Por eso, la Casa Blanca quiere que su aliado modere sus operaciones en Gaza y por ello forzó la tregua que acaba de concluir. Incluso, el rechazo no se circunscribe a la izquierda: varios de los grupos ultras que apoyan a Trump son antijudíos. Los grupos cristianos sionistas, protestantes evangélicos, sí apoyan a Israel. A todos los problemas en contra, a pesar de la mejoría económica con precios aún altos, que ya tiene Biden como la edad se añade esto.

A pesar de estos inconvenientes, Estados Unidos es incapaz de frenar a Netanyahu y, al tiempo que teme un desastre humanitario, apoya- armamentística, económica y diplomáticamente- la campaña en Gaza. Solo Guterres sigue impulsando un alto el fuego en Gaza siendo atacado continuamente por Israel. Ahora ha tomado una decisión inédita en décadas: invocar una herramienta excepcional- que no se utiliza desde la crisis de Líbano en 1989- para tratar de forzar el alto el fuego- el artículo 99 del documento fundacional de la Naciones Unidas que es un llamamiento al Consejo de Seguridad. Borrell y Pedro Sánchez lo han apoyado. También el secretario general de la Liga árabe, Ahmed Abulgheit, ha sido contundente: “El Consejo de Seguridad debe asumir su responsabilidad tras este repetido fracaso”. Una situación “apocalíptica” y de “castigo colectivo” (17.000 palestinos en dos meses, en su mayoría menores y mujeres), ha sentenciado el alto comisionado paras los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk. Si esto sucede en Gaza (el 70% de los gazatíes están desplazados y el 50% de las casas destruidas o dañadas), al tiempo Bruselas ha planteado también sancionar a los colonos violentos de Cisjordania y privarlos también de los visados (como ha hecho Estados Unidos para entrar en los países del club comunitario; y sugiere, además, reforzar las impuestas ya contra Hamás. Se trataría de apuntalar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para que asuma el gobierno de Gaza tras la guerra, clave para la “viabilidad” de los dos estados. Pero los Estados miembros de la UE han estado divididos y no se han puesto de acuerdo en relación al artículo 99 (si bien España, Bélgica, Irlanda o Luxemburgo lo apoyan, la negativa de Austria, República Checa y Alemania impiden al alto el fuego). La UE pide “pausas humanitarias”.

Por su parte, el servicio exterior de la UE advierte del riesgo “potencial continuo” de una escalada, incluso en la frontera con Líbano y en Cisjordania, donde aumenta la violencia de los colonos y las acciones del ejército israelí son cada vez más frecuentes (219 palestinos han muerto y se han registrado 2900 heridos desde el 7 de octubre, según la OCHA). La policía también ha tenido que disolver una marcha (un escaso centenar de personas) de judíos ultras en Jerusalén que pedía el control de los lugares sagrados del Islam y el control absoluto de la ciudad. El permiso a esta marcha contrasta con la restricción a la población árabe-israelí desde el 7 de octubre ya que no se le permiten manifestaciones en contra de la operación militar y cientos de personas han sido detenidas por ello. En lo que se refiere a Líbano, en la frontera norte, Hezbolá ha matado a un civil israelí, que Israel respondió con dureza. Netanyahu aprovechó para lanzar una advertencia: “Si (la milicia libanesa) Hezbolá elige iniciar una guerra abierta, habrá convertido con sus propias manos Beirut y el sur del Líbano, que no están lejos de aquí, en Gaza y Jan Yunis. Sin embargo, el gran peligro que acecha detrás de esta guerra es que derive finalmente en un conflicto internacional y que aboque a una tercera guerra mundial. Curiosamente, Estados Unidos y China han firmado una tregua en medio del temor a una guerra total. El presidente Biden ha enviado en cuatro meses tres secretarios del Gabinete a Pekín y Xi ha escrito a Washington para gestionar juntos sus diferencias. Este “deshielo” entre los más poderosos, sobre todo después de aquella visita de Pelosi a Taipei que había desatado la paranoia china, es muy significativo. En las distintas manifestaciones contra la reacción encarnizada de Israel contra Hamás y los civiles palestinos, más allá de consignas repetidas e inanes, algún grupo alertaba, lúcido sus folletos, sobre la posibilidad de que se desencadenase una guerra mundial.

A esta deriva ayuda que una matanza produzca una división política, ideológica y moral tan profunda como la que se está abriendo estos días entre los ciudadanos de todo el mundo en relación con las pocas imágenes que llegan de Gaza, “cuando lo inmediato, lo lógico, lo simplemente humano, sería estar de acuerdo en decir con una sola voz que se detuviese la violencia, es la prueba de que, abandonadas todas las esperanzas que hizo concebir el fin de la Guerra Fría, nos hemos resignado ante la perspectiva de que un fanatismo aterrador, un fanatismo supurante de dioses y naciones, sea el que dicte las acciones en la escena internacional y nos condena a una catástrofe que asumimos como inevitable” (José María Ridao, Nuestra pregunta existencial, EL PAÍS, 30/10/2023). La situación en la Franja es ya una “catástrofe humanitaria”, según Naciones Unidas. La ONU, la UE y Jordania están alertando de una ola de desplazados. Muchos palestinos malviven en las calles o en edificios en obras. Y la presión de Israel para hacinar, al tiempo que los bombardea, a los gazatíes en el sur inquieta a Egipto que sugiere que los desplazados se instalen en el Néguev. Si lo de gaza no para tampoco hay unidad en Europa para sancionar a los colonos extremistas de Cisjordania. En Yenín, sin ir más lejos, hay una continua humillación de los palestinos. Si ha habido una ligera condena por el trato de Israel a los detenidos. Está claro que el problema del derecho a la defensa de Israel está en los límites y la destrucción que está llevando a cabo por lo visto nadie la puede parar. Se ha saltado los corredores humanitarios que le pide incluso Estados Unidos y el alto el fuego que le reclaman muchos países pero el increíble veto de Estados Unidos al alto el fuego en Gaza en el Comité de Seguridad de Naciones Unidas aboca al fracaso el intento de la ONU de proteger a los civiles.

El único consenso sobre el día después en la Franja es que no siga bajo control de Hamás, pero Biden y Netanyahu discrepan sobre la vuelta de la Autoridad Palestina. La Casa Blanca no entiende que Netanyahu no tenga aún una hoja de ruta. Pero nos queda la duda profunda de que lo que realmente quiere Netnayahu es expulsar y acabar con todos los palestinos por la matanza de niños y mujeres que está llevando a cabo. Porque quiere liquidar a Hamás pero gran parte de su cúpula sigue intacta. ¿Cuánto debe durar la liquidación de Hamás y qué precio hay que pagar en vidas, en especial en rehenes (incluso el ejército israelí se ha cargado tres rehenes propios), en especial de rehenes y de ciudadanos palestinos inocentes? Lo que sí está claro es que es muy discutible la proporcionalidad de los medios utilizados e incluso el objetivo real perseguido. Muchos miembros del gobierno buscan anexionarlo todo y por eso Biden le pide que cambie de gobierno. Pero lo que sí queda más tapado es el afán de alcanzar el Gran Israel (el todo el territorio para Israel). En esto se han declarado hermanos Putin (con la invasión de Ucrania) y Netanyahu (con la invasión terrestre de Gaza y la colonización de Cisjordania). Se hermanarían así la Gran Rusia y el Gran Israel ya que ambos proyectos proponen primero invadir y destruir, y luego anexionar, en vulneración clara del derecho internacional. Mientras los expertos dilucidan si son genocidios, guerras de exterminio o crímenes de guerra. En medio de esta catástrofe humanitaria, al menos parece que queda una isla de paz, en Neve Shalom, a 35 kilómetros al oeste de Jerusalén, en una tierra de nadie entre Israel y Cisjordania, donde las dos comunidades de judíos y palestinos han escogido convivir evitando el impacto del conflicto.



LIBROS

Miguel Ángel Hernández, Anoxia, Anagrama, Barcelona, 2023.

Miguel Ángel Hernández (Murcia, 1977) es profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia y ha sido director del CENDEAC, Research Fellow del Clark Art Institute (Willimstown, Massachussets) y Society Fellow de la Society for the Humanities (Cornell University). Entre sus ensayos destacan El arte a contratiempo, Materializar el pasado, La so(m)bra de lo real y la edición con Mieke Bal, de Art and Visibility in Migratory Culture. Es autor de los libros de cuentos Infraleve: lo que queda en el espejo cuando dejas de mirarte, Demasiado tarde para volver y Cuaderno(…) duelo y de los dietarios Presente continuo, Diario de Ithaca y Aquí y ahora. En Anagrama ha publicado las novelas Intento de escapada (Premio Ciudad Alcalá de narrativa, traducida a cinco idiomas y muy alabada por la crítica. Por ejemplo: “Por fin una novela española de ideas cuyas ideas son realmente buenas” (Patricio Pron, El boomeran(g); El instante de peligro (finalista del XXXIII Premio Herralde de Novela); y El dolor de los demás (Premio Libro Murciano del Año, “una magnífica novela sin ficción”, según Javier Cercas. Por último, su breve ensayo El don de la siesta ha hecho pensar a Vila-Matas “en esos grandes libros laterales y breves que proponía Italo Calvino para nuestro milenio”. He señalado dos buenas reseñas porque nos dan una buena idea de la escritura de este escritor que ha alcanzado una cumbre en la novela de la que estoy escribiendo. A mi modesta manera de ver, la faja publicitaria acierta plenamente en este caso: “una deslumbrante novela sobre el poder de las imágenes para curar las heridas y preservar la memoria”. Esta es la escueta pero lúcida síntesis de esta maravillosa novela.

Si yo ya me había prendado de alguna novela suya anterior como El dolor de los demás y no me ha pillado por sorpresa, aunque no era fácil de superr, esta joya literaria que ahora quiero comunicar. El nivel literario que alcanza ahora es impresionante y yo diría que una nueva cota más alta. De esta obra sale uno completamente conmovido, emocionado y desde luego muy tocado porque me ha llegado a las entrañas. Entre otras cosas, en primer lugar, nos deja muy claro que lo universal literario tiene más que ver con las emociones concretas que con las abstracciones. Esta novela sabe ir de la interioridad y de los límites entre la vida y la muerte a la exterioridad de un mundo que se descompone, de un cuerpo que se descompone a la asfixia que sufren los peces del Mar Menor o la Huerta murciana. Sin olvidar el telón de fondo del cambio climático que se ensaña con fuertes lluvias sobre el pueblo costero de Los Alcázares. Su personaje principal, la fotógrafa Dolores Ayala, atravesada por el duelo después de la trágica muerte de su marido, me ha sacudido por lo bien que el escritor sabe penetrar en su cuerpo, en su mente y en su vida, en sus entrañas. Uno de los personajes novelescos que más me han llegado en bastante tiempo. Además de una apasionante historia de la fotografía y de los límites entre la vida y la muerte, estamos ante una acertada diagnosis de un mundo en crisis. Esta magnífica novel está llena de imágenes de lo que se desvanece. En ella se abordan los límites y la ética del arte y se reflexiona sobre el duelo y la pérdida. De la memoria y la culpa de de este portentoso personaje femenino se pasa al “no culpable” personaje del anciano Clemente Artés que le transmite, cual única discípula, sus saberes fotográficos sobre el daguerrotipo. ¡Tarea difícil separarse de esta novela y no volver a releerla!

Antonio Fontana, Una mujer furiosa, Siruela Nuevos Tiempos, Madrid, 2023.

Antonio Fontana (Málaga, 1964) es periodista y colabora con ABCD de las Letras, suplemento cultural del diario ABC. Escribió su primera novela, De hombre a hombre, en 1997. Su novela El perdón de los pecados fue finalista del Premio de Novela Café Gijón en 2003 y fue Nuevo Talento FNAC también en ese mismo año. En 2007 escribió Plano detallado del infierno. En 2017 fue Premio Málaga de Novela por Sol poniente y, en 2020, Premio de Novela Café Gijón con Hasta aquí hemos llegado (Siruela), que trataba un tema delicado cono la vida diaria en una residencia de ancianos. Un tema realmente difícil porque requería buen puso y capacidad de matices. Con esta última novela va aún más lejos en su salto literario de gran calidad. Una calidad literaria que el gran Juan Marsé ya había alabado: “Antonio Fontana mantiene la tensión de la primera a la última página”. También Antonio Soler: “la prosa de Fontana es implacable”. Una mujer furiosa ha sido también alabada por el gran escritor Manuel Longares: “Tan original en los momentos tensos como en los relajados, con los diálogos a gran altura y repartiendo equitativamente humor y sorpresa. Un texto brillante y espectacular”. Al leer esta novela con una trama tan original y que por momentos se vuelve absorbente para mí no puedo dejar de coincidir con estas apreciaciones críticas de tales grandes novelistas. Al tiempo, Fontana se declara un gran lector y eso se nota porque nunca se permite interrumpir la existencia de sus personajes. Y muy irónico, aunque tal virtud ya no se lleve y esté desapareciendo por desgracia: “Soy muy permisivo y no suelo cortarles el cuello”.

En su nueva novela, Antonio Fontana nos retrata una familia infeliz que sobrevive, en Málaga, en la sociedad de aquella España que se abría poco a poco desde la dictadura franquista a la democracia, pasando por la Transición, y llegando a los años posteriores. Aquellos años que nos ya parecen tan lejanos pero que, como dice la cita de del final de la novela de Antonio Muñoz Molina, “Fue hace nada, y es como si hiciera mucho tiempo. Ayer mismo, de pronto, es nunca jamás”. Cita que encaja muy bien con la otra cita de Chantal Maillard del comienzo: “Escribo/ para que el agua envenenada/ pueda beberse”. Así el autor, en medio de las dos citas, nos va sumergiendo en la luz de aquellos veraneos interminables de la niñez en un pequeño pueblo de la provincia, Benapujarra: “Aquellos veranos interminables de la infancia, en que las horas se estiraban como chicles bazooka y te daba tiempo, incluso, de aburrirte” (página 140). Pero también de los remordimientos y las culpas sin culpable: “Los remordimientos empezaban a angustiarme, la culpa” (página 193). Porque el protagonista de la novela, Santi Alarcón, empieza a contarnos sus vivencias desde los doce años: “cuando yo tenía doce años mi madre secuestró un niño” (página 11). ¿Por qué desaparece su madre Martina y huye con un niño? Ese es el enigma de la novela. Durante una cena, Santi había lanzado palabras envenenadas a su madre con las habladurías del pueblo sobre ella, dejando a toda la familia estupefacta y, a partir de ese momento, descompuesta. Entremedias: los primeros deslumbramientos sentimentales, el papel de la mujer en la sociedad del siglo XX, la homosexualidad vergonzosa y callada.



ARTE. EXPOSICIONES

En la FUNDACIÓN MAPFRE se pueden ver, hasta el 7 de enero de 2024, tres buenas exposiciones. En primer lugar, la de Medardo Rosso, pionero de la escultura moderna, comisariada por Gloria Moure que ha hecho un gran trabajo, que reivindica la obra de este artista incomprendido en su época (Turín, 1858-Milán, 1928). Medardo Rosso prefirió abandonar Italia y huir del academicismo en busca de un horizonte cosmopolita en Francia. Fue un visionario que, con su trabajo de carácter más experimental, eje de esta muestra, planteó una ruptura con la tradición artística que predominaba en la Europa de entre siglos. A su vuelta definitiva a Italia, en 1920, ya apoyado por otros conocidos artistas como Uumberto Boccioni, Carlo Carrá, Ardengo Soffici o Margherita Sarfati, su obra ya comenzó a gozar de cierto éxito. Esta magnífica y extensa (trescientas obras) exposición de Mapfre se centra, no en las obras comerciales de sus comienzos, sino en las que, a partir de 1833, en las que explora un nuevo tipo de trabajo en el que prima la creación artística como proceso, se consideran sus obras más revolucionarias y libres. Hoy parece claro que Rosso es superior a Rodin, artista al que admiraba y con quién acabó rompiendo. Como artista adelantado a su tiempo anticipó, al romper con ciertas prácticas escultóricas, las ideas de los grandes escultores del siglo XX. Porque Rosso, a partir de un cierto punto de su trayectoria, trabajó durante cerca de veinte años en variaciones y repeticiones de una misma obra, ya sea en escultura (tres versiones) o en las fotografías que las acompañaban. Hace distintas versiones de un mismo tema en cera, en bronce y en yeso. Es decir, un continuum espacial como proceso creativo. Como modelos para sus esculturas, Rosso utiliza a gente común.

También en las salas de la Fundación Mapfre, comisariada por María del Val, se puede visitar una gran retrospectiva de treinta años con todas sus series importantes, Mathieu Pernot. Documento/Monumento, de este fotógrafo francés (Frejus, 1970). Pernot, que vive y trabaja en París, había ingresado, tras una formación científica, en la Escuela Nacional de Fotografía de Arlés, donde se graduó en 1996. En 1997 ya expuso en el Centre Nacional de la Photographie de París y en las Rencontres d´ Arles. Luego se sucedieron numerosas exposiciones, publicaciones, premios y que sus obras se encuentren en museos relevantes. También el Premio Cartier-Bresson 2019. Para la realización de muchas de sus series Pernot utiliza material procedente de distintos tipos de archivos: históricos, familiares, personales y álbumes familiares, que dialogan con sus propias obras sin distinguir procedencias. Se funden, pues, documental y arte de archivo. Son imágenes en movimiento cuya función se desplaza y evoluciona a lo largo del tiempo generando nuevas interpretaciones. Muchos de sus trabajos se centran en mostrar realidades incómodas de los desplazados de nuestra sociedad.

Por último, se puede ver otra bella exposición, Los veranos de Sorolla, que nos acerca, a través de una reducida pero cuidada selección de obras (45 obras), a la evolución del tema predilecto de Joaquín Sorolla a lo largo de su carrera: las escenas de playa. Así la Fundación Mapfre se suma al homenaje que en 2023 se le rinde al artista con motivo del centenario de su fallecimiento (1863-1923). Este proyecto de la comisaria Ybarra Satrústegui nos muestra la modernidad de su visión artística en su representación del trabajo en el mar y del veraneo en las costas mediterránea y cantábrica.

En el Museo Nacional Centro de Arte reina Sofía se ha inaugurado la exposición, Picasso 1906. La gran transformación, que cierra el programa oficial de exposiciones internacionales que conmemora el 50º aniversario de la muerte de Picasso. Esta magnífica e importante muestra está comisariada por Eugenio Carmona que la plantea, y lo señala en el catálogo, como “la primera aportación de Picasso a la noción plena de arte moderno”. Se ha organizado con el apoyo excepcional del Musée Picasso Paris y plantea también renovar importantes criterios sobre el papel clave que jugó el artista en la creación del arte moderno. Si bien es habitual considerar que la contribución de Pablo Picasso (1881-1973) en ese hito fue pintar Las señoritas de Avignon en1907, sin embargo, actualmente puede pensarse que esta obra fue el punto de llegada, y el estallido final, de todo un complejo proceso desarrollado a lo largo del año 1906 y finales de febrero o principios de marzo de 1907. Un periodo durante el cual, la actividad creativa del artista tuvo tres escenarios: París, Gósol- localidad del pirineo leridano- y, de nuevo, París. Además, la producción de Picasso en esa época concreta ha sido entendida hasta ahora como un epílogo del periodo rosa o como un prólogo a la obra citada anteriormente, Pero 1906 no es un año más en la trayectoria del artista sino que es un momento artísticamente significativo- no reconocido como tal hasta hoy- en el que las experimentaciones del malagueño abren su obra hacia otros lenguajes. Por ejemplo, durante esta etapa, el artista transformó- aunque con antecedentes en algunas obras hechas desde 1904- el concepto académico del “desnudo” y convirtió el cuerpo en un lugar de experimentación lingüística y cultural en el que introdujo la sensualidad, y le dio un papel relevante al desnudo masculino y a la presencia preformativa de género.

Otro rasgo distintivo de Picasso en ese periodo es su sentido de la transculturalidad, que emana de su biografía y la formación de su personalidad. El joven Picasso de entonces es un andaluz emigrado en Barcelona que viaja a parís desde 1900. Cuando regresa a Barcelona en 1906, trae consigo un bagaje de transformadoras relaciones y vivencias en el ambiente bohemio de la vanguardia en la capital francesa, en el que ha tenido la oportunidad de relacionarse con importantes creadores coetáneos y con marchantes y coleccionistas, siendo fundamental el papel de Gertrude Stein. Todo ello fue decisivo en su propia definición como artista, en la que también influyó su interés por la fotografía homoerótica o la etnológica y las reproducciones en las revistas de masas así como por el pensamiento libertario o anarquista. En esos momentos Picasso practica además una relectura de la Historia del Arte a través de sus diálogos con El Greco, Corot, Cezanne, y mediante la apropiación del arte antiguo con el uso de referentes culturales primigenios, “primitivistas” e incluso no europeos (arcaico griego, egipcio, etrusco, ibérico, románico, catalán, mesopotámico, polinesio…). Y ya por entonces conocía también y asimilaba el llamado “arte negre”, antes de su famosa visita al museo de Trocadero en 1907. Precisamente esta muestra nos presenta, de una forma muy didáctica, junto a otras piezas procedentes de diferentes periodos de la cultura europea y africana similares a las que el artista pudo ver en su momento, la complejidad de los procesos culturales y creativos experimentados por Picasso en 1906. Lo hace reuniendo en 8 salas más de 120 obras de colecciones privadas e importantes instituciones. ¡Todo un lujo poder contemplarlas aquí y ahora en esta magnífica exposición!



PRESENTACIÓN DEL ARCHIVO DOCUMENTAL DE JUANA DE AIZPURU

En el Museo Reina Sofía se ha presentado, el viernes 15 de diciembre de 2023, el archivo documental de la galerista Juana de Aizpuru, que el Museo Nacional Centro de Arte ha adquirido por 96.800 euros. La compra la aprobó el Patronato del museo en octubre y se formalizó en noviembre. Juana de Aizpuru, el 20 de noviembre, anunció que cerraba la la galería, debido a sus problemas de salud. Este archivo son casi cien cajas (fotografías, recortes de prensa, folletos y muchos documentos en soporte físico y digital), que son el resumen de más de cincuenta años de actividad- desde 1970, cuando abrió la primera galería en Sevilla, hasta hoy. Según Manuel Segade, el nuevo director del Reina Sofía que ha recogido el legado, es “la galería más importante del siglo XX en España”. Al tiempo, este riquísimo archivo se suma a otros como Lafuente, Biosca, Juana Mordó o el legado de Soledad Lorenzo. El museo no le ha hecho oferta alguna por la colección que ha quedado a la venta: “Espero que la haga, hay obras estupendas”. A lo largo de su historia, El Reina Sofía ha adquirido 133 obras a la galerista, quién nos confiesa que va a retrasar su retirada todo lo que pueda, pero que “por desgracia, es irreversible”. Este acto se hizo sin la presencia anunciada del secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí, quién llegó, se hizo la foto y se marchó, sin comparecer siquiera ante la prensa.



TEATRO. HOMENAJE

En primer lugar, tengo que dar mi enhorabuena a Ana Zamora, la ya muy conocida y reconocida creadora de la compañía Nao d´Amores, por el premio Nacional de Teatro. Se lo han dado por su empeño por la “recuperación del patrimonio teatral español medieval, renacentista y prebarroco” para acercarlo “al gran público” y su “excelente labor de investigación y docencia. Ella, siempre tan humilde, se confiesa emocionada “al máximo” y “sorprendida” pese a reconocer que su nombre y el de la compañía sonaba desde hace tiempo para este galardón. Un galardón que considera que aún le hubiera hecho más ilusión a su querida Alicia Lázaro, la que fuera directora musical y fundadora también de la compañía, fallecida hace un año. Se premia así un largo trabajo de 20 años sobre un repertorio tan rico y complejo en el que “han ido encontrando vías para poder contarlo, compartirlo, traerlo a nuestro presente y devolverle su fuerza dramática”. Este repertorio ha logrado así normalizarse porque aunque se sabía que era materia literaria de primera categoría no se confiaba en que fuera puro teatro. Así han ido creando un nuevo ámbito de escena actual en el que música y verso no pueden separarse ni entenderse el uno sin la otra. Precisamente, Almagro fue el escenario de la puesta de largo del disco que le dedicaron a Alicia Lázaro, quién supo hacer de la música escénica una cosa normal, asequible y cercana a la gente del teatro. Sin olvidar que la investigación es lo aquello que legitima todo aquello que hacemos después en el escenario. Por último, su próxima experiencia teatral va a ser representar una obra de Calderón de la Barca, El castillo de Lindiabridis, que ve el Barroco a través de cómo Calderón ve el Medievo y el Renacimiento, que es el propio espacio de trabajo de esta importante compañía.

En medio de tanto “espectáculo” teatral y de danza, sobre todo en este mes de noviembre, que, al final, cuando uno lee las reseñas, acaban sabiendo a poco, siguen existiendo salas alternativas de teatro donde aún se siguen produciendo verdaderos rituales teatrales. Si en lo espectacular se agotan las entradas porque vienen los “famosos”, sobre todo internacionales, sin embargo a estas salas suelen acudir, por desgracia, pocas personas. Además, el mal ejemplo programador del teatro Lara se ha extendido a otros espacios escénicos más grandes y en ellos se ha ido acelerando la programación de tal manera que incluso se produce una contraprogramación entre sus obras. Los Teatros del Canal son el peor ejemplo pero se dan otros casos en aumento. Así, los espectadores que siguen el hecho teatral tienen que andar con la lengua fuera de uno para otro sin parar: se está acabando la programación lenta de antes y la posibilidad de asimilación y reflexión que creo que requieren las obras. Y sobre todo se está acabando con el disfrute porque tantos espectáculos juntos anulan esa posibilidad. No pasa esto solo en el teatro sino que, en general, se ha acelerado y multiplicado, y quizá la pandemia nos ha creado una gran ansiedad, la producción y el consumo de todos los productos, especialmente culturales. Por lo que los pocos que aún perseguimos una “autenticidad” teatral (y cultural) tenemos que poner, continuamente, el pie en el freno para no caer en esa locura desenfrenada. Se impone, pues, para escapar a esta locura, una verdadera selección a fondo de aquello que realmente merece la pena, de aquello en lo que aún podemos sentir emoción y disfrutar.

Concretamente, en lo que se refiere al teatro, creo que esa “autenticidad” teatral se sigue produciendo en ciertos espacios alternativos y los que solemos acudir a esos espacios casi siempre salimos pletóricos y llenos de energía. Estoy pensando ahora, aunque también hay otros teatros, por ejemplo, en la sala Lagrada en Embajadores. En cuestión de pocos días hemos podido disfrutar de dos buenas compañías. En primer lugar, la ya reconocida Compañya Hongaresa de Teatre (9, 10, 11 y 12 de noviembre) con su último texto, Querencia, escrito y dirigido por Paco Zarzoso, e interpretado por Lola López y Pep Ricart. El público madrileño en general (y sus seguidores en particular desde hace años) tiene la suerte de que esta mítica compañía valenciana con una larga trayectoria a sus espaldas siga viniendo a visitarnos con su último trabajo. De nuevo, una auténtica apuesta por la palabra y siempre con mirada poética. En Querencia sus dos personajes, en un duelo dialéctico, nos muestran sus heridas, con una fuerza con la que enmascaran su fragilidad, sus debilidades y su incapacidad para pactar con la realidad. “Los celos, la envidia, la necesidad de ser amados, el miedo a la vejez y el abandono, la necesidad de permanecer, de la gloria”, según el autor. En esta obra, con una teatralidad inspirada en el arte de la tauromaquia. Es muy importante la partitura musical del texto y su manera de interpretarlo. En segundo lugar, hemos podido ver el último trabajo de la Compañía del Teatro Lagrada, que ha representado (18, 19, 24,25, 26 de noviembre y el 1, 2 y 3 de diciembre), una obra, Café para intelectuales, un texto teatral, que es la primera vez que puede verse aquí, del autor mexicano Teófilo Guerrero con cinco historias de las que la compañía ha elegido tres. Estamos ante una obra llena de humor trágico dirigida por Miguel Torres. ¡Otro gran disfrute por el buen trabajo!

También en Lagrada se despidió, después de 40 años, la veterana Compañía La Quimera de Plástico nada menos que con ¡Los cuernos de Don Friolera! de D. Ramón María del Valle Inclán. Un maravilloso espectáculo con dramaturgia y dirección de la buena de Luisa Hurtado y muy bien interpretada por Selma Sorhegui, Juan Manuel Pérez y César Catalina. La trama de la obra Hasta aquí hemos llegado pretende homenajear por partida triple a la compañía y sus 40 años de trayectoria, a Valle-Inclán y a los cómicos en general. La autoría recae, además de Valle-Inclán, en Luisa Hurtado, que juega con sus experiencias teatrales. ¡Una puesta al día también de la situación, precaria, del teatro y de los cómicos! Hay que alabar también el bello diseño escenográfico de Damián Galán, el bonito vestuario, incluidas las máscaras, de Maite Álvarez y la linda música de Cuco Pérez ¡Gracias de todo corazón por el goce que nos han deparado en una situación tan extrema! Al tiempo, encoge el alma ver que las maravillas que se pueden ver en esta sala, donde aún se mantiene el ritual de la palabra, no siempre son bien acompañadas por el escaso público (en este caso la disculpa son el puente y las mareas humanas que van a ver las luces de Navidad). Desde aquí le hago un homenaje final a esta enorme compañía que se despide y a sus bien llevados 40 años.



CINE: PELÍCULAS

Una película realmente destacable de esta temporada otoñal es la ópera prima de la directora coreana, aunque vive en Nueva York, Celine Song, Vidas pasadas (EE. UU, 2023), que ha pasado por Berlín y Sundance, festivales en los que deslumbró y en los que recibió estupendas críticas. Por lo que esta película, que también ha pasado por el Festival de San Sebastián, en la sección Perlak que recoge lo mejor del año, es la película “indie” con más posibilidades de entrar en los Oscar. En relación con estos triunfos, la directora, en una entrevista en el Festival de San Sebastián, pide: “Por favor, paso a paso. Lo emocionante ha sido el viaje de convertir un momento personal, que podía interesarme solo a mí, en una historia con atractivo universal. Y que esta pieza de arte que juega con ficción y biografía atraiga a tanto público me hace sentir menos sola”. Celine Song, que es dramaturga, es autora también del magnífico guión que se basa en su propia historia. Como no podía representar esta historia en el teatro la llevó al cine como un relato de encuentros y despedidas desde la infancia y a lo largo de 24 años. Para ello, se encarna en su protagonista, Nora, muy bien interpretada por Greta Lee, que tiene que emigrar a los doce años con su familia a Canadá y dejar a su amigo coreano de Seúl, Hae Sung (también muy bien interpretado por Teo Yoo), con el que se sentía muy vinculada. La historia, una larga historia de amor a distancia, está dividida en tres bloques temporales con “flasback” y elipsis temporales de doce años. Después de conectar por “skipe” y mantener el fuego de su amor aún tardan doce años en verse al ir a Nueva York de visita Hae Sung. Ella ya está casada con el tercer personaje, Arthur Zaturansky (bien interpretado por John Magaro).

En su película, fundamentada también en el choque cultural y en el poder empresarial y mediático de la productora coreana de moda, A24, Celine Song defiende una identidad fluida en constante cambio. Nora es muy poliédrica y lo que no quiere es retornar a Seúl y ser “esposa de”. La directora señala: “Hay algo de mí en los tres personajes, porque al final los tres se están cuestionando quienes son, cual es su identidad”. Realmente, su historia nos cuenta las conexiones de la vida en su día a día reflejadas, en este caso con la apariencia de un triángulo amoroso, en una relación que no es triangular ni amorosa. En el fondo habla de lo que une a las personas en la religión budista, del in-yeon tan importante en la conexión de dos seres humanos y que permite la persistencia del amor a través del tiempo. Incluso puede verse como un largometraje sobre la amistad. Creo que también va creando in-yeon con los espectadores. Así la película se convierte también, con gran delicadeza de tono, en una hermosa reflexión sobre el tiempo sin perder nunca el sentido del humor, en la que hay que destacar los magníficos y francos diálogos de los tres personajes. Los silencios y las pausas son de capital importancia en esta preciosa película de esta cineasta coreanacanadiense de 35 años, que quiere reeditar un momento crucial del pasado. Estamos ante una conmovedora, muy melancólica por cierto, película en la que es más importante el gesto, la contención del afecto, que la declaración directa y abierta. Aclara Song, a quién el amor afecta de una forma menos pasional que la latina, que: “No hay lucha por la chica, ni ella escoge a uno en detrimento del otro”.

Otra película que me ha gustado ha sido la última película, El viejo roble, del paladín del realismo social británico, Ken Loach. Ciertamente la han acusado, una vez más, de “tramposa y maniquea, de “tibia despedida” del anciano, de “transmitir de forma lamentablemente didáctica un panfleto bienintencionado”, de “previsible y chata”, de ingenuo idealismo en dos palabras. De forma parecida se trata a su siempre fiel guionista, Paul Laverty, del que algún crítico duda de que su colaboración con Loach haya sido para bien. Ciertamente ambos se “inventan” una solidaridad obrera ficticia en un país como el Reino Unido después del Brexit, presidido por una deriva xenófoba en el que se mete a sus refugiados en un campo de concentración flotante. Ambos estarían contradiciendo, pues, la lógica del relato al no querer cambiar de discurso esperanzador, al tiempo que le dicen a su público adicto lo que quiere oír, es decir a través de un “izquierdismo trasnochado”. De esa forma, en las ruinas de esa Inglaterra gris y vaciada, en medio de una sociedad descuartizada desde los tiempos del triunfo neoliberal en época de Margaret Thacher, en la película la maldad del colectivo se transforma en bondad comunitaria. Según estos críticos, Loach y Laverty se han quedado varados al no querer renovar sus manifiestos proletarios en busca de un paraíso obrero. “Habíamos hecho dos películas en el noreste, historias de personas atrapadas en esta sociedad fracturada. Inevitablemente, ambas terminaron mal. Aún así, conocimos a muchas personas fuertes y generosas, que responden a estos tiempos oscuros con valentía y determinación. Sentíamos que teníamos que hacer una tercera película que reflejase eso”, aclara Loach. Esta película sería el cierre de la trilogía después de Yo, Daniel Blake y Sorry We Missed You, los dos títulos anteriores.

Hoy vivimos tiempos muy duros y de gran incertidumbre y los que debían hacer la revolución han acabando en muchos casos apoyando y votando a la extrema derecha. Hay que reconocer que la que ha triunfado plenamente es la revolución neoliberal que ha provocado grandes destrozos en las sociedades y en el clima, el enriquecimiento de unos pocos y grandes desigualdades sociales, gran pobreza en suma. Toda esta destrucción, y las resistencias solidarias frente a tales desafueros, la ha contado muy bien Ken Loach en estupendas películas (por ejemplo, Yo, Daniel Blake). Pero quizá la izquierda no ha sabido estar a la altura haciendo una crítica a fondo y un análisis más profundo de estas complejidades. Está claro que no basta con discursos retóricos y lineales, con bienintencionados panfletos sobre buenos y malos, sobre la bondad intrínseca de la clase obrera frente a los capitalistas que son muy malos. Loach sitúa su última historia en un antiguo pueblo minero del noreste de Inglaterra, hoy depauperado, al que llegan inmigrantes sirios que, al principio, no son bien recibidos. Es, pues, terreno abonado para que crezca la xenofobia porque la antigua solidaridad entre los habitantes de esa comunidad se ha perdido. El pub “Viejo roble”, ahora ruinoso, era su símbolo de religación, ahora rota. Algunos, guiados por el dueño del pub, quieren ayudar a los inmigrantes. Loach, después de preguntarse de dónde viene tanto odio y racismo, aboga por el colectivo y la solidaridad y propone la “sanación” de la comunidad inglesa desintegrada por la inclusión final de los refugiados sirios. ¡Yo también pienso que, esa sea o no factible hoy, no hay otro camino! Hay que reconocer que esta historia nos la cuentan muy bien narrativa y visualmente, y a mí me emociona.

Las interpretaciones de Dave Turner y Ebla Mari son estupendas.



MÚSICA. CICLOS. CICLO DE SCHERZO

En este ciclo, después del magnífico concierto de comienzo de curso de Khatia Buniatishvili (20 de septiembre), hemos tenido la oportunidad de escuchar, el 17 de octubre, a Beatrice Rana (1993). Estamos ante una precocísima intérprete, de familia de músicos, que comenzó sus estudios musicales a los cuatro años y obtuvo su título de piano bajo la dirección de Benedetto Lupo en el Conservatorio de Música Nino Rota en Monopoli, donde también estudió composición con Marco della Sciucca. A pesar de su juventud ya ha actuado en los festivales y en las salas de conciertos más importantes del mundo y colaborado con directores de mucha talla. Una suerte, pues, poder escucharla en el Auditorio de Madrid. Estamos, pues, ante una pianista en ascenso que había debutado en Scherzo en 2019 y en 2022 tocó con la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo bajo la dirección de Gustavo Gimeno. En este concierto de Madrid, hay que alabar que, además de mostrarnos las excepcionales cualidades de la intérprete, nos muestre un ejemplo de cómo se confecciona un programa con inteligencia y coherencia. “Nada se ha dejado al azar en este sutil entramado de asociaciones y parentescos entre las obras interpretadas” (Ana García Urcola en su texto del Programa de mano). En la primera parte nos presenta un panorama del pianismo del primer tercio del siglo XX con dos figuras fundamentales y revolucionarias en la historia del instrumento, como son Scriabin y Debussy y un tercer autor un tanto olvidado, pero que la perspicaz pianista incluye justificadamente. El programa se cierra con un pilar esencial del repertorio que revolucionó la forma de concebir el pianismo posterior y sin el que no se entienden las obras que preceden en este recital: la Sonata en Si menor de Liszt.

En la primera parte, con la potente Fantasía en Si menor op.28 de Alexander Scriabin (1871-1915), la pianista dio muestras de una sonoridad portentosa. Siguió con la desconocida pieza Cipressi op.17 (1920), de un autor un tanto olvidado, Mario Castelnuovo Tedesco (Florencia, 1895-1968), que tuvo que exiliarse a Estados Unidos y a cuya obra la pianista nos acerca con gran perspicacia. Si bien la Fantasía de Scriabin, inspirada en las Baladas de Chopin, fue escrita en un periodo de crisis compositiva, los Cipressi, es una obra profundamente meditativa y melancólica, como si recogiera el testigo del final de los Cipreses de la Villa d´ Este nº 2 de Listz. Las dos piezas están muy bien enlazadas. Finalizó, muy bien enlazadas también con lo anterior, con piezas de potentes acordes de Claude Debussy (1862-1918) La terrasse des audiences au clair de lune, Ce qu´a vu le vent d´ouest y L´Isle Joyeuse. En estas piezas mostró un gran equibrio entre técnica y expresividad. En la segunda parte del concierto, tocó la muy peculiar pieza, Sonata para piano en Si menor de Franz Liszt (1811-1886), un auténtico caballo de batalla de todos los grandes pianistas. Una muy importante pieza a su vez deudora de otras piezas de grandes pianistas como las sonatas de Beethoven y la Fantasía de Shumann (por lo visto se intercambiaron dedicatorias). Fue compuesta entre 1852 y 1853 en Weimar. Del virtuosismo del compositor en esta pieza estructurada en cuatro movimientos entrelazados, salió Beatrice Rana muy airosa mostrando una gran madurez para mostrar discursos de largo alcance. Sobre todo con enorme creatividad artística y sin caer nunca en el artificio lo que le augura un gran porvenir pianístico.

En el ciclo, a este magnífico concierto le siguió otro estupendo de José de Solaun.



MÚSICA. CICLOS. CICLO DE LA FILARMÓNICA

En el Ciclo de LA FILARMÓNICA, hemos podido asistir, el 22 de noviembre, a un estupendo concierto de la Orquesta Nacional de Lyon, con el Orfeón Catalán, dirigido por Nikolaj SZeps-Znaider. Con la participación de la soprano Miah Persson, de la mezzo-soprano Virginie Verrez, del tenor Dovlet Nurgeldiyev y del bajo Gábor Bretz. En la primera parte del concierto nos ofrecieron en primer lugar el movimiento Blumine de la Sinfonía Núm. 1 en re mayor “Titán” (1884-88)de Gustav Mahler (1860-1911). En su origen era el primero de los siete movimientos compuestos en 1884 como música incidental para El trompeta de Säkkingen. Fue redescubierto por en 1966 por Donald Mitchell y estrenado al año siguiente por Benjamín Britten en el Festival de Aldeburgh. Porque, a partir del estreno en Berlín (1896), “Blumine”, breve Andante, había quedado eliminado. A continuación tocaron las cuatro canciones del Op. 27 que, en 1894, compuso Richard Strauss (1864-1949) como regalo de bodas para su futura esposa, Pauline Ahna. La primera, Heimliche Auffrderung, op. 27/3 (1894) se inspira en un poema de contenido erótico: una “invitación secreta” a disfrutar de una noche de amor. La segunda, Zufignung, op. 10/1 (con orquestación de Robert Heger, en 1885), es quizá la más famosa de Strauss. La tercera, Morgen ¡, Op. 27/4 (1894), es una pieza que nos conmueve sobre todo por el bello solo de violín en medio de una atmósfera ensoñadora.

La cuarta, Cäcilie, Op. 27/2 (1894), es una de sus canciones amorosas más ardientes. Fue escrita por el compositor la noche anterior a su boda. Quizá nos hubiera gustado leer las traducciones de las canciones en el panel frontal.

En la segunda parte, tocaron la muy esperada novena sinfonía, la Sinfonía Núm 9, en Re Menor, Op. 125 “Coral” (1822-1824) del gran Ludwig Van Beethoven (1770-1827). Si hasta ese momento del concierto, el director, siempre superenérgico con su batuta corta, no había utilizado partitura en la novena sí la utilizó, lo cual me resultó muy llamativo. Desde 1792 el compositor ideo componer una obra sobre la “Oda a la alegría” de Schiller. Después de varios intentos, se frustró su intención de hacer una obertura. En 1817 había esbozado su primer movimiento y luego, emprende la tarea, favorecido por una propuesta de la Sociedad Filarmónica de Londres. En febrero de 1824, después de configurar el cuarto movimiento a mediados de 1823, y de tomar la decisión de terminar la obra con los coros del Himno a la alegría, la novena sinfonía se hace realidad. En ese momento, Beethoven eligió los versos más significativos y, después de reordenarlos, los distribuyó entre los solistas. Así había nacido un “Cantar de los cantares a la alegría del canto final y triunfal de una obra de arquitectura monumental que, como ninguna otra en el mundo, constituye una profesión de fe filosófica y humanitaria”, señala Krones. Al final, pudo ser estrenada en Viena el 7 de mayo de 1824, pero su autor, completamente sordo, no pudo dirigir el estreno, limitándose a acompañar a Michael Umlauf parta indicarle los tempi adecuados. No pudo oír tampoco, claro está, los fervorosos aplausos de un público entregado y emocionado. Magníficos los músicos de la orquesta, magníficos los cantantes y magnífico el Orfeón Catalán. Una buena noche de música que fue muy aplaudida por el público que llenaba el Auditorio.